Call Me By Your Name (Llámame por tu nombre, en América Latina) se estrenará finalmente en Chile. Luego de sus nominaciones al Globo de Oro y recientemente a los Óscar (donde su protagonista Timothée Chalamet dice presente en la categoría de “Mejor Actor”) empujaron su aparición por estos lados. Vaya uno a saber si estaba programado así, pero la verdad es que ya había sido estrenada en Sundance en enero de 2017, hace más de un año. Por ende, ya ha habido un tiempo considerable para poder ver, rever y tomar nota de algunas cosas de esta cinta.

La cinta del italiano Luca Guadagnino (encargado también del remake de Suspiria que debería ver la luz este año) está situada en la Italia de comienzos de los 80. Allí viven Elio (Timothée Chalamet), un muchacho de 17 años, junto a sus padres. El padre, profesor de arqueología, invita a un estudiante de postgrado llamado Oliver (Armie Hammer… de El Llanero Solitario), a pasar la temporada. De hecho, para el espectador despistado, mucha ayuda sobre el contexto está presente a nivel simbólico desde los créditos iniciales, con las fotos de encuadres de estatuas griegas.

Call me by your name
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En fin. En un ambiente bastante seductor pero sutil, Elio se empieza a fijar en Oliver, y viceversa, en una relación donde la amistad colinda con el flirteo, donde aparentemente hay tensión, pero sin anticuerpos de los que preocuparse. Sin entrar en detalles de la trama, es necesario apuntar que la fotografía tomará un rol fundamental para llevar al espectador a un espacio más contemplativo y reflexivo, creando el espacio suficiente para llenar los vacíos.

Seguramente, uno de los problemas más cruciales de Call Me By Your Name es la falta de conflicto narrativo. No porque tenga una cadencia más pausada, sino porque presenta a un adolescente gay descubriendo su sexualidad sin las peleas propias de una familia que enfrente la situación no de la mejor manera posible. Los roces familiares, digamos que mayormente presentes en la vida real, ya sea en distintos niveles y con distintas intensidades, acá son inexistentes, lo que tiende arrastrar la historia a un tedio que va creciendo a medida que avanza la película. Más allá de unos tires y aflojes, dentro de la historia, y dentro de la dinámica que irán construyendo, no hay miedo ni vergüenza, sólo experimentación en un ambiente libre de peligros.

A Elio sus padres lo aman, le dejan su espacio. Al final del día, son gringos viviendo en Italia, viviendo una especie de paraíso burgués. No voy a ahondar siquiera en lo bien que la película surfea en desarrollar un contexto muy de clase alta intelectual, del cual Lucrecia Martel ya ha hablado bastante, (ese intelectualismo woodyallenesco que, desde octubre del 2017 en adelante, se empezó a mirar con sospecha). Más bien, me centraré en un tema más político, que es donde siento que la película intenta ir.

Call me by your name
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Call Me By Your Name cojea en la declaración. Es una película correcta, en un mundo donde La La Land obtuvo 14 nominaciones. Y por ello, no es provocadora. Tampoco es que busque serlo, o que TENGA que serlo, pero por lo mismo tampoco se le puede llamar una película atrevida, donde básicamente todo sucede de la mejor manera posible y todo se resuelve bien. Tampoco es que todas las películas de amor gay deban ser como Tongues Untied (Marlon Riggs, 1989) o Go Fish (Rose Troche, 1994), pero se extraña un conflicto más plausible que mueva la historia.

Puede ser que la de Call Me By Your Name sea una historia idílica, donde el fin esté dado más por la temporalidad que por un quiebre, pero la armonía de las relaciones llega a un nivel de incredulidad que atenta contra la película misma. Si algo destacable se puede rescatar de la estructura, es que por lo general en Hollywood, las historias de amor gay tendían a estar envueltas de una moralidad conservadora más llamada a castigar a uno de los personajes. Allí, es donde Call Me By Your Name apuesta por otro camino, aunque como suele pasar en las historias de la vida, muchas veces es más interesante el cómo que el qué. Y aquí, el cómo, es el que falla.