La película de Guillermo Helo Juan-Oliver se basa en la obra de teatro de Luis Barrales y en el caso -de gran connotación pública- de las tres adolescentes que escalaban edificios del “barrio alto” para robar.
“Niñas Araña” sigue a las tres adolescentes, en la toma de Peñalolén, después de haber transitado por el Sename. Sin emitir juicios, sin buenos y malos, muestra una realidad cruda y compleja de carencias -afectivas muchas de ellas-, de marginalidad.
El punto de inflexión es cuando las adolescentes quieren disfrutar -en un mundo consumista- de su juventud y, de paso, escapar a una realidad asfixiante y un futuro que se les presenta gris y chato. Entonces el robo es el camino más fácil, el que está a mano.
Con buenas actuaciones y una muy buena puesta en escena, “Niñas Araña” muestra un país lleno de grandes contradicciones y desigualdades, donde las precariedades brutales de unos hacen brillar aún más los privilegios de algunos. Sin enjuiciar, la película muestra las decisiones que van tomando las niñas, vinculadas más a los instintos y a necesidades de pertenecer al “mundo del consumo” como a suplir las carencias afectivas, de redes de apoyo como a la violencia subyacente.
“Niñas Araña” es una película más que correcta que expone de manera directa -pero sin recursos efectistas o panfletarios- temas complejos y centrales para nuestro país, en especial en un año de campañas políticas donde, seguro, se hablará mucho de delincuencia (sin saber mucho de ella), de equidad, oportunidades y desarrollo (pero sin poner en peligro los privilegios de unos pocos).
Además de las actuaciones de las tres protagonistas (Michelle Mella, Javiera Orellana y Dominique Silva), destaca el trabajo de Francisca Gavilán y Patricio Contreras. Además de la música de Angelo Pierattini.
Más que recomendable, para todo público, desde las tomas al “barrio alto”.