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Este jueves se estrena la octava parte de “Rápido y Furioso”, esa franquicia que el 2001 mostró por primera vez a Vin Diesel y a Paul Walker acelerando a todo gas (eeeh) por las calles de distintas ciudades del mundo, y que tal vez nadie sospechaba que 16 años después, seguiría vigente. Pero como ha sido la tónica en el Hollywood de comienzos del Siglo XXI, casi todo ha sido franquicia o remake. “Rápido y Furioso” no es la excepción, aunque no totalmente.
“Rápido y Furioso” es una película original de 1955, producida por Roger Corman y dirigida por John Ireland, quien también protagoniza la cinta junto a Dorothy Malone. Corman es un hombre conocido (aún está vivo) por producir películas a muy bajo costo y en pocos días: “Rápido y Furioso” costó 50.000 dólares y se filmó en sólo 10 días.
Frank (John Ireland) es un hombre que escapa de la prisión por un asesinato que, según él, no cometió. En una cafetería secuestra a Connie (Dorothy Malone) para llevarse su Jaguar. Al comienzo, la relación es tirante, pero mientras avanza la película, se enamoran locamente. En su afán por escapar de la policía, Frank y Connie se encuentran con una carrera de autos en la frontera con México, lo que parece una buena idea para Frank y escapar de la justicia.
Claramente, como sería típico en el cine de Hollywood entre los años 30 y 70, Connie denuncia a Frank a la policía en algún momento, y ya al final de la persecusión, Frank decide entregarse. (Recordemos el Código de Censura de Will Hayes de 1934, que promovía que los buenos siempre ganarán por sobre los malos, por decirlo lo más sencillo posible).
¿No se parece en nada a lo que hemos visto en las siete entregas dosmileras de “The Fast and the Furious”? Es porque sólo se compraron los derechos del nombre, pero no de la historia. Es más, la historia se parece mucho más a “The Chase”, que en los 90 tuvo a Charlie Sheen haciendo una cinta curiosamente similar a la película que nos convoca.
Eso sí, la de 1955 es más limpia y correcta estética y narrativamente, donde la historia es más preponderante que los efectos (aunque acá no hay efectos). Esta versión es más sobre las personalidades enfrentándose, y profundizando en por qué este criminal está haciendo lo que está haciendo.
Digamos también que esta película responde a los blockbusters de la época, ya que es el mismo año de “Rebelde sin Causa”, de Nicholas Ray con James Dean. Jóvenes y carreras de auto parece llamar al público joven al cine. Incluso Corman lo intentará unos años más tarde con “Hot Car Girl” (1958) y “The Young Racers” (1963). No es novedad concluir que siempre, siempre han gustado las tuercas y las carreras.
Afortunadamente, cada uno puede juzgar esta cinta, ya que está libre de derechos, y disponible en YouTube. Así, cuando cada uno vaya a ver la octava de “Rápido y Furioso”, podrá poner en perspectiva esta saga con la estética clásica de un cine rebelde, con personajes audaces, pero más inocente.
