“¿Eso es ser un escritor?, me preguntaba en silencio. ¿En eso consistía aquel oficio tan misterioso y fascinante, en conjugar lo sabido con lo inventado?” (pp 404)
La cita del último libro de Marcelo Lillo, “De vez encuando, como todo el mundo”, pareciera ser una declaración del autor o, al menos, es lo que reflejan los 30 cuentos que lo conforman.
“Si no me cuentas nada entonces no eres mi amigo” (pp 405) parece complementar la cita anterior. La búsqueda de compañía, de relaciones, lazos, donde no importa si lo que se dice es verdad o fantasía sino luchar contra la soledad y la falta de sentido.
Cuentos que exudan marginalidad, humedad, sudor, pobreza, abandono, todo ello en un sur de Chile marginado, abandonado, sumido en la melancolía, la tristeza, la derrota. Son cuentos que se entrelazan, que parecen repetirse o ser continuación de otros, donde abundan los profesores, las parejas separadas, las infidelidades en un manto de aburrimiento y los televisores prendidos para adormecer o anesteciar vidas perdidas.
Cuentos que muestran un mundo común y aplastante, donde no tiene sentido ni pareciera haber energía ni siquiera para rebelarse, para protestar o reaccionar.
Marcelo Lillo muestra una doble marginalidad: la del sur, con su clima húmedo y tan lejos del poder de la capital, y la de la de la pobreza, de esas vidas insignificantes sin futuro y expectativas bajas que más parecen salvavidas. Personajes y ambientes que sólo pueden aspirar a sobrevivir sin aspavientos, sin excesos, ganándole a medias al tedio, “seres que habían hecho de la resignación un modo de vida porque de lo contrario no les quedaba más que el suicidio.” (pp 98)
Lillo parece “conjugar lo sabido (o lo vivido) con lo inventado”, y no duda en repetir en distintos cuentos los mismos adjetivos, las mismas descripciones y circunstancias, generando una suerte de mirada o relato mayor donde nadie se salva, todos se baten con las mismas miserias y con pocas armas o herramientas, decadentes, con un manto de melancolía y tristeza que traspasa como la humedad (esa que asocia a los niveles más bajos de la sociedad, desde la clase media).
“De vez encuando, como todo el mundo” es un libro implacable, de grandes cuentos, con un remate (La enfermedad) que parece buscar una luz de esperanza, ser una justificación del escritor. Pero Marcelo Lillo no claudica.
“De vez encuando, como todo el mundo”