Cuando hablamos de exorcismos se nos vienen a la mente de forma inmediata escenas de la famosa película El Exorcista. Regan con su rostro deformado, hablando con una voz que no es la suya y haciendo cosas que desafían a las leyes de la física.
El cine ha abordado el tema en numerosas ocasiones y es entonces cuando surgen las preguntas: ¿Es cierto que eso puede ocurrir en la vida real? ¿Qué son las posesiones diabólicas? ¿Realmente existen o son sólo personas que deberían acudir a un psiquiátra? ¿Cómo funcionan los exorcismos?
Puedes no creer en Dios o en el diablo, puedes pensar que son creencias “medievales” y puedes espantarte de que en pleno siglo XXI haya gente que crea en estas cosas. Puedes. Sin embargo, siempre existe la posibilidad, pequeña o grande, de que estés equivocado y esto no sólo sea algo que puede ocurrir, sino que es algo que puede ocurrirte incluso a ti.
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Las posesiones
El padre Gabriele Amorth -quien es el fundador de la Asociación Internacional de Exorcistas- en su libro Habla un Exorcista plantea que Satanás ejerce una acción ordinaria sobre los hombres y una extraordinaria.
La ordinaria consiste en tentarlos para el mal. Y la extraordinaria se clasifica en:
1. Los sufrimientos físicos causados por Satanás externamente.
2. Posesión diabólica.
3. La vejación diabólica
4. Obsesión diabólica
5. Infestaciones diabólicas en casas, objetos y animales.
6. Sujeción diabólica.
En este caso sólo abordaremos la Posesión diabólica, de la cual Amorth señala que “es el tormento más grave y tiene efecto cuando el demonio se apodera de un cuerpo, no del alma”. Y agrega que “esta forma es también la que más se presta a fenómenos espectaculares”.
Según el exorcista y teólogo especializado en demonología José Antonio Fortea, en el libro Summa Daemoniaca, los criterios diagnósticos que un sujeto debería presentar para que se sospeche de que se trata de un caso de posesión son:
1. La persona siente desde fastidio hasta horror ante lo sagrado o religioso.
2. En los casos más extremos, el horror lleva a accesos de furia acompañados de blasfemias e insultos.
3. En los accesos de furia el sujeto pierde la consciencia, emerge una segunda personalidad y cuando la persona vuelve en sí no recuerda nada. Es una amnesia absoluta.
4. La segunda personalidad siempre tiene una carácter maligno.
5. Luego de la crisis la persona vuelve lentamente a la normalidad, en un tiempo y modo similar al que se observa la vuelta al estado normal de consciencia después de una hipnosis.
6. Fuera de las crisis furiosas en que emerge la segunda personalidad, la persona lleva una vida completamente normal y aparece como una persona perfectamente cuerda. No observa una conducta delirante.
7. En los casos en que exponen cosas que parecen alucinaciones, sólo se trata de que ven sombras esporádicas, oyen crujidos y sienten alguna difusa sensación extraña en alguna parte del cuerpo.
Consideraciones Psiquiátricas
En el libro Exorcística, Fortea afirma que el poseído siempre mantiene un razonamiento claro y es sumamente crítico de los síntomas que describe. De hecho él mismo es el primero en reconocer que su discurso va a resultar poco digno de crédito.
En cambio, “cuando se dice de alguien que es un psicótico caben varias definiciones, ‘la definición más limitada de psicótico se restringe a ilusiones o alucinaciones notables, con las alucinaciones teniendo lugar con ausencia de conocimiento de su naturaleza patológica’ ”, plantea Fortea.
Si bien en el libro se profundiza en ésta área, en términos simples y breves se puede decir que la posesión y los aspectos relacionados a ella se asemejan a la esquizofrenia paranoide y al desorden disociativo de la personalidad.
Sin embargo, el pensamiento de los poseídos es claro en todo momento, salvo en los de trance. Lo que suele llamar la atención de los especialistas que atienden a estos pacientes es “la claridad de pensamiento, la capacidad de autocrítica, coexistiendo con los otros rasgos patológicos que por su gravedad deberían conllevar una evolución hacia una profunda desestructuración de la personalidad y el raciocinio”.
También es frecuente que la gente piense que en muchos de los casos de exorcismos de los que hay registro simplemente se trataba de epilepsia, pero es probable que no sea así.
Los espasmos musculares agudos de la epilepsia nunca llegan a ser tan prolongados como los de la posesión, donde pueden prolongarse a intervalos durante hasta tres horas o más. Además, está el factor de la segunda identidad que emerge, cosa que no ocurre con las personas que sufren esa enfermedad, sobre todo porque en la fase convulsiva la epilepsia arrebata la consciencia, que es la que da la capacidad de poder mantener esos diálogos.
¿Por qué ocurren las posesiones diabólicas?
Fortea en el libro Summa Daemoniaca plantea que las causas que siempre se han dado son:
1. El pacto con el demonio
2. Asistir a sesiones espiritistas, cultos satánicos o a ritos esotéricos.
3. Que un hijo haya sido ofrecido por su madre a Satanás.
4. El maleficio.
En el fondo “queda poseso el que abre una puerta al demonio. La gente piensa que los pecados provocan la posesión, pero no, hay que abrir expresamente una puerta al demonio para que entre”, especifica el padre Fortea.
“De todas maneras, que gente inocente y hasta en gracia de Dios quede posesa sin culpa no es una teoría, es algo comprobado una y otra vez desde hace siglos”, aclara.
En otras palabras, nadie está libre.
El Exorcismo
“El exorcismo es una práctica antigua de la Iglesia por la cual un ministro sagrado conmina y ordena al espíritu maligno a abandonar a su víctima sobre la que ejerce un poder despótico”, afirma Carlos Alberto Mancuso en el libro Mano a mano con el diablo.
Luego de comprobar que se trata de un auténtico caso de posesión, se debe solicitar autorización al arzobispo para proceder con el exorcismo.
Para efectuarlo se utiliza el Ritual de Exorcismos y lo ideal es que acompañe al sacerdote un grupo de oración.
“El rito eclesiástico del exorcismo contiene muchos ritos menores (la letanía de los santos, liturgia de la Palabra, rezo de la oración dominical, etc), pero su verdadera esencia es la conjuración del demonio”, explica Fortea.
El demonio intentará mantenerse oculto, porque lo último que quiere es abandonar a su presa. Sin embargo, el exorcista lo conjurará (le ordenará) a manifestarse, ya que es fundamental que confiese cómo y cuando entró en el cuerpo de esa persona y sobre todo, es imperativo que revele su nombre.
Las sesiones de exorcismo variarán dependiendo de cada caso. En algunos basta con una, mientras que en otros se puede tardar días, semanas, meses e incluso años.
El Exorcista
En la Iglesia Católica sólo un sacerdote puede ser exorcista y deberá ser nombrado por el arzobispo. De hecho, todas las diócesis deben contar con uno, sin embargo como plantea Gabriele Amorth, esto no siempre se cumple. ¿Por qué? Porque ni el los seminarios ni en las universidades eclesiásticas se estudia al demonio, por lo que ya no se estudia su acción extraordinaria y por ende tampoco los exorcismos.
“Somos tan pocos en el mundo que cada uno de nosotros en su batalla diaria se siente de manera inevitable como si fuera el último”, afirma Gabriele Amorth en el libro “El último exorcista”.
Alguien podría preguntarse si el demonio intenta vengarse de los exorcistas o de quienes colaboraron en el ritual. Y la respuesta es sí, “trata de vengarse del exorcista y de los que han ayudado en un exorcismo haciendo alguna cosa para asustarles y que no vuelvan a prestar ese servicio”, explica José Antonio Fortea.
Trata, pero usualmente no puede hacer mucho. Fortea explica que existen casos excepcionales como el de un sacerdote al que “el demonio en un exorcismo le dijo que le incendiaría el coche y tal cosa sucedió mientras conducía unos días después”, pero que eso no es lo normal.