Heredia, el eterno personaje de Ramón Díaz Eterovic vuelve a las pistas a través de “La Música de la Soledad”(LOM, 2014) una novela que da cuenta de los nuevos tiempos, de un país que añora el pasado y se transforma constantemente.
Con una historia simple y atractiva, pero al mismo tiempo predecible yconfalta de fuerza, Díaz Eterovic se interna con la décimo sexta entrega de su personaje en forma de libro, en los males e injusticias que afectan a nuestro país y su gente, la cara más sombría del poder político y económico presentes en el Chile actual.
La misteriosa muerte del abogado Alfredo Razzeti, compañero de infancia del criollo detective, es el motor que da cuenta de la historia de Cuenca, un ficticio pueblo ubicado en la Región de Coquimbo, que agoniza lentamente debido a la contaminación por desechos originados de la extracción de cobre, de parte de una minera de la zona.
En el transcurso de la obra, Diaz Eterovic se empeña en demostrar cómo el mundo de Heredia ha ido cambiando, pese a que su vida se encuentra pausada, de manera casi nostálgica, en épocas pretéritas.
En ella termina de desaparecer todo rastro de ese Santiago romántico y bohemio, que dio cobijo a Heredia en sus primeros relatos. De alguna manera también se va lentamente borrando del mapa ese Chile Republicano, bajo la mirada de ese crecimiento neoliberal con toda su carga de injusticias e inequidades, tal como aparece aquí:
“Doris sonrió levemente, incrédula. A modo de despedida estampó un beso en una de mis mejillas y luego caminó en dirección al viejo cuartel de la calle General Mackenna(…) Pensé en el sueño que había tenido por la noche y un sentimiento de tristeza, de pérdida irreparable, me cubrió de pies a cabeza. Estaba sólo, siempre lo había estado, y el mundo que me había rodeado durante gran parte de mi vida se caía a pedazos”.
Y es en este punto donde se demuestra quizás la mayor falencia de “La Música de la Soledad”; el empecinamiento que hace Díaz Eterovic de poner en su texto la contingencia y los peores aspectos del Chile neoliberal sólo se quedan en una arenga casi panfletaria carente de fuerza desde un primer momento, tal como aparece aquí:
“-¿De qué se sorprende? ¿O quiere una explicación acerca de los alcances del poder? Sin ir más lejos, en las últimas semanas se conoció el caso del hijo de un senador que dio muerte con su auto a un hombre. Lo procesaron, pero enseguida salió a relucir el dinero, y el senador logró que la viuda del atropellado retirara la querella a cambio de diez o veinte millones de pesos…”
O también aquí:
“La explotación del cobre nos cambió la vida. Al principio, cuando aún no se construía la represa, pensábamos que era una buena oportunidad de progreso para el pueblo. (…) Después nos dimos cuenta de que ese aparente progreso no aseguraba el futuro de nuestra comunidad”.
Sin embargo, al igual que las anteriores entregas de Heredia, las ricas descripciones que hace Diaz Eterovic, del entorno urbano santiaguino, hacen que “La Música de La Soledad” sea un libro sorprendentemente cercano con el sector, con el transeúnte, que vive día a día en la capital. De igual manera, la relación de los personajes con la ciudad.
“El restaurante estaba ubicado frente al costado sur de la Plaza Brasil en una construcción de dos pisos que antiguamente debió ser un atractivo palacete de la oligarquía santiaguina. Estaba próximo al “Juan y Medio” y a una cuadra de “El Serena”, bar que tenía más de ciento veinticinco años de vida y seguía ofreciendo cazuelas de vacuno, perniles de cerdo y un vino barato y digno”.
En resumen, “La Música de la Soledad “, es un libro entretenido, liviano, ideal para pasar una tarde veraniega, tomando sol bajo su lectura. Pero esa arenga moral sobre el progreso de Chile, claramente requirió de un mayor trabajo y más profundidad de parte del autor, hecho por el cual quizás la obra pierde casi todo su atractivo gente al lector.
Obviando los graves problemas de edición presentes en la obra (con nombres que están cambiados y pasajes sin comienzo ni final) “La Música de la Soledad” es un fiel retrato de cómo Santiago se construye y se destruye a cada momento, dejando tras de sí algunos de los mejores momentos en los que la ciudad ha acogido realmente a su gente. Y ese es un méritodel cualpocas obras literarias pueden dar cuenta en la actualidad.
Diaz Eterovic, Ramón
La Música de la Soledad
ISBN 978-956-00-0550-2