Tatuar se ha convertido en un oficio cotizado y reconocido no sólo en Chile, sino que en todo el mundo. Desde hace miles de años, este arte ha abarcado cada vez más interesados, especialmente en las últimas décadas.
Si bien el tatuaje antes se valía de un significado religioso o mitológico, hoy es parte de la cultura en general y cada quien puede otorgarle la representación que quiera. Al mismo tiempo, el campo laboral de los artistas de este rubro se ha expandido a un sinfín de nuevas manos llegando incluso al mando femenino.
Whang Od: una de las primeras mujeres en tatuar
Mucho antes de que existieran divas del tattoo como Megan Massacre o Kat Von D (del programa NY Ink. y LA Ink. respectivamente) ya una mujer llevaba orgullosa el título de tatuadora durante todo el siglo pasado: Whang Od, quien con más de 92 años incluso aún continúa trabajando con la piel de los turistas que visitan un escondido pueblo llamado Kalinga en Filipinas.
En una entrevista, la mujer contó que antes sólo se tatuaban a las mujeres “para que se viesen más lindas”, situación que pese a no cambiar mucho hasta el día de hoy, Whang Od destacó que sí existían diseños sólo para guerreros, como el águila.
La oriental aseguró que se siente agradecida, puesto que tatuar “le da sentido a su vida”, ya que hay gente que sólo viaja -y camina más de una hora para llegar al pueblo- con objeto de conocerla a ella y, a cambio de algún artículo o donación, pueden llevarse uno de sus diseños dibujados en la piel.
Whang Od l Youtube
Sexismo y tatuajes
El tatuaje fue fuente laboral exclusiva masculina durante el siglo pasado, pero esto cambió cuando algunas mujeres comenzaron a hacerlos y estamparon una nueva perspectiva a las agujas. Entre ellas, Monserrat Castelló Köck, quien hace cinco años empezó su carrera como tatuadora para lograr convertirse en su marca actual MONART Tattoo. Ella señaló que sufrió una gran discriminación en sus inicios.
“Estaba en Ecuador y como recién llegada a ese país necesitaba datos de dónde y cómo comprar mis insumos y materiales” contó Monserrat, destacando que “el trato no fue el que esperaba”. A la edad de 19 años, ningún colega “le creía” que ella podía tatuar, tanto por su edad y por su género. “Me hicieron a un lado, y fue peor cuando empecé a ser conocida, muchos no me integraban”, declaró MONART.
Finalmente, tras demostrar su arte logró alcanzar el prestigio anhelado. Pese a que los clientes “nunca la trataron mal por ser mujer”, espera que su nombre gane prestigio por sí sólo y “no por el género”. “Quiero que mi marca se dé a conocer por su estilo y calidad, antes que por ser mujer”, señaló la autora.
Otra destacada tatuadora chilena es Pilar Jullian Salgado, artista de Concepción perteneciente al conocido grupo “13Agujas Tatuajes & Gabinete de Arte“. A sus 22 años -de los cuales lleva dos en el rubro-, Pilar señaló que “las mujeres al fin nos hemos adherido a este terreno tan masculinizado”, aseguró que -sin desmerecer la labor masculina- admira el trabajo de la mujer.
Al respecto, la tatuadora confesó que “por suerte” sus compañeros nunca la discriminaron, pero sí algunos clientes. “Algunos hombres llegaban a tatuarse y pensaban que por ser mujer, una les iba a tatuar ‘florcitas’ o una versión delicada de lo que ellos querían” admitió Pilar. “Hasta hoy no falta quien cree que el género tiene que ver con el nivel de profesionalismo”, explicó.
“Aún así una es mucho más observada, juzgada, todo el mundo comienza a ‘sobreevaluarte’ para ver si realmente eres buena sólo por ser mujer” destacó Pilar.
Pilar Jullian Salgado
Pilar Jullian Salgado
Más clientas que clientes
Mientras algunos interesados descartan al género femenino para tatuarse, existe un grupo que sólo busca una mujer. “La mayoría de las clientas prefieren una tatuadora”, señaló Pilar Salgado, añadiendo que “existe un asunto de complicidad o confianza; algunas se sienten mucho más cómoda con una mujer que con un hombre”.
“Cada cuatro mujeres, recién tatúo a un hombre” afirmó Pilar, “creo que se debe a la relación de intimidad entre el género o porque simplemente a los varones les da lata”.
En tanto, Monart aseguró en que sí existen diferencias notorias. “Hay algo llamativo en el hecho de que una mujer tatúe, no tanto por el género en sí, sino porque ese simple hecho genera una idea de mayor confianza y calidez tanto en clientes hombres como mujeres”, afirmó Monserrat. “Es como un efecto de maternidad y complicidad al momento de tatuarse, porque más que hacerse un tatuaje, es una experiencia importante para ambos”, recalcó.
Monart también contó sobre diferencias de estilos que la ayudan a “diferenciar entre un tatuaje hecho por un tatuador o tatuadora”. Entre ellos destacó que el género femenino se caracteriza -en general- por el detalle y la fineza. “La suavidad y proporción de las composiciones que generan es reconocible”, aseguró.
Lo anterior, se suma a la calidez y confianza ya expresadas por las artistas. “El cliente se siente más cómodo para expresar sus temores, dudas, consejos, sin sentir tanta presión por el tatuador o intentar mantener una imagen de fortaleza innecesaria”, agregó Monserrat.
Monart Tatuajes
Monart Tatuajes
Desde el otro lado de la cordillera
Con suaves “pinceladas” y una estampa reconocible, Jan “Cría Cuervos” se ha consolidado como una destacada tatuadora argentina. A diferencia de algunas artistas, Jan descarta diferencias entre géneros a la hora de tatuarse. “Por suerte son cada vez más los que acostumbran a guiarse por la experiencia y estilo, o por la calidad de la persona”, señaló.
Respecto a la clientela, la artista aseguró que en un principio la elegían “para determinados trabajos que encasillaban su estilo en algo que no le era propio”, aún así destacó que la situación le ayudó para fortalecer la técnica.
“Sólo supe aprovechar esas oportunidades, la confianza que esas primeras personas depositaron en mí, para intentar proponer un poco más, y así hacer diseños personalizados. Me enfoqué en desarrollar de a poco la técnica y luego un estilo”, dijo Jan.
Desde Buenos Aires, la tatuadora reiteró la importancia de desarrollar bien el trabajo, cambiando el concepto -atribuido a las mujeres- de mano “suave” por “fluida”.
“Lo importante es que el tatuaje se desarrolle de una manera fluida, desde la elaboración del diseño hasta el final del proceso con un trabajo bien hecho, en las correctas condiciones de seguridad para ambas partes, en un ambiente de respeto mutuo y cordialidad, con artista y cliente satisfechos. De ahí resulta un excelente tatuaje”, aseguró.
CRIA Cuervos Casa de Tatuaje
CRIA Cuervos Casa de Tatuaje
Pequeña tatuadora emergente
El campo sigue creciendo y quienes emergen en él también. Por lo mismo, la diseñadora Daniela Epinosa (Cactuna) es de las nuevas tatuadoras emergentes que pese a la competencia se han sumado al mundo de las agujas. “La cosa es encaminarse bien en lo que uno quiere hacer, apoderándose de un estilo característico y entregando confianza“, afirmó.
Si bien la artista está recién iniciándose dentro del rubro aseguró que se dedicará por completo a tatuar. “Estoy en un proceso de aprendizaje a full y me siento súper segura en comparación cuando recién hice los primeros tatuajes” contó Cactuna, “es muy gratificante ver a la gente feliz con sus tatuajes, más aún cuando son diseños hechos especialmente para ellos”.
Respecto al futuro de las tatuadoras, Daniela confesó que no le “asusta que el medio esté repleto de hombres”. Sumándose al testimonio de las otras artistas, destacó que incluso este hecho puede ser provechoso para las féminas y generar mayor interés en los clientes.
Cactuna
Cactuna