Cuestionada por la población y muy cerca de ser aprobada. Así podría definirse la Ley de Pesca, iniciativa que se prepara para ser tramitada en el Senado y se alza como el reemplazo de la antigua legislación, visada en el gobierno de Ricardo Lagos.

Según fue establecido, la antigua Ley de Pesca perece este 2012, por lo que resulta necesario generar un nuevo documento que se ajuste a las necesidades del sector, tomando en cuenta los más de 10 años que han transcurrido y, por ende, las notorias variaciones que ha conocido el mercado marino.

Desde 2011 que se trabaja en la confección del cuerpo legal, no obstante su discusión e irrupción como tópico central en la opinión pública tuvo lugar a mediados de este año, cuando arrancó su trámite en la Cámara de Diputados en medio del descontento generalizado de los pescadores artesanales, que iniciaron movilizaciones de repudio a nivel nacional.

El 18 de julio, el proyecto que “modifica en el ámbito de la sustentabilidad de recursos hidrobiológicos, acceso a la actividad pesquera industrial y artesanal y regulaciones para la investigación y fiscalización” dio su primer paso en el Congreso para transformarse en ley. Hoy, cuando 2012 se apronta a terminar, la palabra la tiene el Senado, dueño de la decisión final.

Economia.gob.cl

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LA ‘LEY LONGUEIRA’

La tarea de llevar a cabo la elaboración de la Ley de Pesca recae en el Ministerio de Economía, de ahí su asociación a la figura del UDI Pablo Longueira, líder de la cartera. Sin embargo, cabe destacar la participación de Pablo Galilea, subsecretario de la repartición, opacado por la figura mediática del gremialista pero fundamental en el proceso.

Ambos han llevado a cabo una defensa férrea del proyecto, asegurando incluso –en el caso del subsecretario- que las movilizaciones de los pequeños trabajadores pesqueros responden al financiamiento de intereses extranjeros.

Pero, ¿a qué se debe el descontento de los artesanales? No precisamente al estímulo externo, aducen, sino a la concentración económica que propiciaría la aprobación de ‘Ley Longueira’, la cual dejaría a perpetuidad en manos de 7 familias el negocio del mar, reduciendo considerablemente la intervención en la actividad de los obreros marítimos.

Las 7 familias privilegiadas con la explotación gratuita de los recursos pesqueros de Chile son: Angelini, Sarkis, Stengel, Cifuentes, Jiménez, Izquierdo y Cruz, quienes en el último tiempo se han fusionado en tres grandes conglomerados que controlan nada más y nada menos que el 76% de la capacidad pesquera industrial del país. Se reparten utilidades calculadas en a lo menos unos 3 mil millones de dólares anuales, a partir de la extracción gratuita de los recursos del mar chileno”, expresa en una columna el diputado DC Gabriel Ascencio, detractor de la medida.

Quienes desestiman la ‘Ley Longueira’ aseguran que si el Estado quisiera recuperar en un futuro próximo los recursos marinos, entregados legalmente a las 7 familias, se vería en la obligación de pagar millonarias indemnizaciones. Por ello la presunción de que dar visto bueno al proyecto abre paso a una forma de negocio unilateral y de carácter irreversible.

LA OPOSICIÓN CIUDADANA

Frente a la controversia por las disposiciones de la ‘Ley Longueira’, múltiples han sido las respuestas de la población, la cual, en su mayoría ajena a la realidad de los pescadores artesanales, ha empatizado con su reclamo de la mano de las herramientas que ofrece Internet y principalmente las Redes Sociales.

Es así como surgieron expresiones audiovisuales tales como ‘Rompe La Red’, ‘Algo Huele Mal’, ‘Salvar Nuestros Peces’ (con la participación de figuras televisivas que refutan la ley) y ‘Yo Pesco’. Todas estas confluyen en la que se alza como la principal desventaja de la nueva legislación: la acumulación de capital por parte de las familias involucradas.

“El mar y los peces de Chile, están a días de ser regalados para siempre a un pequeño grupo de poderosos empresarios”, reza en su primer tramo el video explicativo de ‘Yo Pesco’ en voz del otrora Presidente de la FEUC Giorgio Jackson.

Una frase potente que alerta sobre los peligros de olvidar la necesidad de generar un modelo extractivo sustentable y equitativo. Uno que a su vez sea respetuoso de los recursos de nuestro mar –otorgados por capricho de la naturaleza, cabe recordar- y justo con quienes los recogen hace siglos, antes de la tecnificación industrial.