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Los principales desafíos que deberá enfrentar Piñera en su segundo mandato presidencial
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Leonardo Rubilar | Agencia UNO
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Un Congreso desfavorable, un equipo de colaboradores más político que técnico, concretar un aumento de al menos un punto porcentual del crecimiento tendencial, y cerrar cualquier conflicto de interés vinculado a su fortuna, son algunas de las principales tareas que tendrá que resolver Sebastián Piñera, incluso antes que asuma su segundo mandato presidencial en marzo de 2018.
La clara y amplia ventaja que obtuvo Sebastián Piñera sobre Alejandro Guillier en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales 2017 podría otorgarle un bálsamo en sus primeros 100 días de gestión, aunque no le asegura un mandato tranquilo.
“Esta noche les puedo asegurar que tanto Cecilia (Morel) como yo y todo nuestro equipo vamos a entregar lo mejor de nosotros mismos para cumplir con nuestra misión, para no defraudar a nuestros compatriotas, y para que Chile recupere la senda del progreso y del desarrollo”, dijo Piñera, tras ganar la elección.
Pero su alta votación y compromiso para cumplir con una buena gestión no bastan. Piñera, quien asumirá en marzo de 2018 su segundo mandato presidencial tras obtener el 54,5% de los votos en el balotaje (con el 99,90% de las mesas escrutadas, de acuerdo al Servel), enfrentará su principal desafío en el Congreso, con nueva correlación de fuerzas que se estableció el pasado 19 de noviembre. También, de acuerdo a analistas consultados, tendrá que implementar un gobierno distinto al que ya encabezó entre 2010 y 2014, priorizando más por colaboradores de perfil político que técnico. Además, deberá generar las condiciones para cumplir con su promesa de crecimiento económico, factor clave en el financiamiento de su programa de gobierno. Pero antes de todo eso, Piñera debe cerrar uno de los flancos que más costos le ha traído en su carrera política: evitar eventuales conflicto de interés entre su gestión como Presidente y su millonario patrimonio familiar.
Un Congreso desfavorable
La estructura del poder político en Chile cambió por completo el domingo 19 de noviembre, cuando se celebraron las elecciones parlamentarias y la primera vuelta presidencial. El nuevo sistema electoral, que reemplazó al sistema binominal, permitió la irrupción de una tercera fuerza en el Congreso que rompió la balanza que, sin contrapesos, dos bloques se pelearon por dominar desde que volvió la democracia en 1990.
Hasta ahora la Nueva Mayoría (NM) y Chile Vamos (ChV) se repartían el 96,7% de los escaños en la Cámara de Diputados y el 97,4% de los cupos en el Senado, pero eso cambió. El Frente Amplio (FA), incluso superando sus propias proyecciones, se consolidó como el nuevo gran tercer actor en el mapa político chileno. La nueva correlación de fuerzas que se constituyó ese 19 de noviembre dejó con una mayoría relativa a ChV, que podría complicarle pasar leyes de quórum calificado en el Congreso.
De los 155 escaños de la Cámara de Diputados, la NM cuenta con 57, el FA con 20, y el Partido Progresista (PRO), con uno. Las tres fuerzas de centro izquierda suman 78 asientos en la Cámara Baja, a los cuales podrían sumarse otros cuatro de la Federación Regionalista Verde Social (FREVS), un partido nuevo que está integrado, básicamente, por exmiembros de la NM. Frente a ellos, ChV cuenta con 72 cupos, por lo que la tónica será negociar.
“El desempeño del gobierno de Piñera en el Congreso dependerá de quién sea el ministro del Interior, de Hacienda y, particularmente, de quién sea el titular de la Secretaría General de la Presidencia (Segpres)”, dice el analista político Guillermo Holzmann. “Si esa persona no tiene un suficiente aval político de reconocimiento, legitimidad y aceptación, difícilmente va a poder cohesionar a las fuerzas de Chile Vamos y negociar con sectores disidentes de la Democracia Cristiana (DC). En consecuencia, ahí se requiere una estrategia de negociaciones y diálogo político muy fina, que solamente está dada por la experiencia más que por el conocimiento”, remarca.
Claudio Fuentes, académico de la Escuela de Ciencia Política de la Universidad Diego Portales, agrega que Piñera ya enfrentó un escenario de minoría en su primer gobierno y que supo negociar, precisamente, con disidentes. “La estrategia que seguirá seguramente será generar acuerdos políticos por cada ley con sectores más moderados, como la Democracia Cristiana y algunos independientes. Por lo tanto, la DC se transformará de nuevo en un partido muy relevante a la hora de la toma de decisiones”.
Evitando errores no forzados
La negociación en el Congreso parece que será parte fundamental del nuevo gobierno de Piñera y eso varios personeros de ChV lo han reconocido. ¿Pero cómo evitar esos errores que cometió en su primero mandato, como los problemas con el Censo, las listas no Auge, entre otros?
“Lo primero que hay que saber es qué equipo lo acompaña. Si el equipo es más tecnocrático que político sería un error, dada la conformación del Congreso y el escenario que deja definido la campaña presidencial. En consecuencia, si Piñera va con un gobierno tecnocrático, yo creo que tendrá un mal resultado en el corto plazo. En cambio, si va con equipo político que sepa dialogar, negociar, perseguir los intereses que hay en las fuerzas políticas y en la ciudadanía, va a tener una posibilidad de generar propuestas, diálogos y negociaciones tanto en el Congreso como con la sociedad civil mucho más fructíferas y de respaldo a lo que es su programa”, dice Guillermo Holzmann.
Pero el analista político y sociólogo Manuel Antonio Garretón cree que los riesgos de errores van más allá y están vinculados con su capacidad, o no, de cumplir ciertas promesas de campaña que fueron más bien banderas de lucha que enarboló primero el oficialismo. “Las promesas hechas en la campaña, en las cuales intentó incluir medidas más de centro, no las pueden realizar, porque no tiene la base de apoyo para eso”, advierte Garretón, ejemplificando con temas valóricos y la gratuidad en la educación.
Crecimiento para un programa de gobierno
Sebastián Piñera dijo en su campaña que su programa de gobierno tiene un costo de 14 mil millones de dólares. La mitad de esa cifra se financiará mediante medidas administrativas como recortes, reasignaciones y la salida del aparato estatal de funcionarios que denominó “operadores políticos”. La otra mitad se obtendrá, dijo, producto de un mayor crecimiento tendencial de la economía. Ambas medidas dependerán exclusivamente de su gestión, aunque la segunda podría verse impactada también por las condiciones económicas externas.
De acuerdo a Piñera, un supuesto mayor crecimiento tendencial podría pasar del actual 2,6% proyectado en el Presupuesto 2018, a 3,5% hacia el final de su nuevo mandato, lo que permitiría recaudar esos 7 mil millones de dólares con los que busca financiar la mitad de su programa de gobierno. Pero lograr subir en un punto el crecimiento tendencial de la economía no parece una tarea fácil.
La agencia de calificación de riesgo Moody’s ya advirtió sobre esas dificultades, en la previa de las elecciones. “Volver a niveles superiores del crecimiento tendencial del 3% resultará difícil, independientemente de quién gane, debido a las perspectivas del sector minero”, dijo Moody’s en un reporte.
“Claramente no cumple con las expectativas de Piñera”, dice Claudio Fuentes, respecto a la proyección de Moody’s. “Por lo que dependerá de que pueda ir generando las condiciones en términos de una asociatividad público privada, de una plataforma industrial mucho más potente asociada a una cuarta revolución industrial. Lo que estoy diciendo no está ni en el discurso de campaña ni en el programa”.
Fideicomiso ciego, la primera medida
Antes que Piñera ponga un pie en La Moneda, deberá concretar una de sus primeras promesas, aquella que le generó dolores de cabeza en la primera parte de la campaña: un fideicomiso ciego en Chile y otro en el exterior.
En mayo, y tras verse involucrado en el denominado Caso Bancard, que nació tras revelarse sus inversiones en la pesquera peruana Exalmar, la minera Dominga, y conocerse sus sociedades en Islas Vírgenes Británicas y Luxemburgo, Piñera dijo que se someterá a un fideicomiso ciego en los términos que la Ley 20.880 exige. Es decir, sobre todas las acciones de sociedades anónimas abiertas y otros valores, ya sean de capital o deuda, que sean emitidos por entidades constituidas en Chile y que se encuentren inscritas en los registros de las superintendencias de Valores y Seguros (SVS) y de Bancos e Instituciones Financieras (Sbif).
El exmandatario también incluirá en otro fideicomiso ciego los activos que tiene en el extranjero. Este último fideicomiso es voluntario, pues la Ley no lo obliga. Su familia, en tanto, tomó medidas similares. Su esposa, Cecilia Morel, entregó una declaración de intereses y patrimonio y se someterá a un fideicomiso ciego voluntario “en los mismos términos comprometidos por mi persona”, dijo Piñera. Ambos, además, se retiraron en abril, de acuerdo a lo señalado por el expresidente, de las empresas en las que eran socios con sus hijos, aunque no de sus sociedades personales.
Sus hijos, Magdalena, Cecilia, Sebastián y Cristóbal, también se comprometieron a realizar fideicomisos ciegos voluntarios sobre “todas sus inversiones en acciones de sociedades anónimas abiertas que se transen en las bolsas chilenas”, detalló Piñera.
Todos esos compromisos deberían cumplirse antes que asuma como Presidente, lo que quitaría presión ante eventuales nuevos conflictos de interés. Pero para hacerlo, tiene que elegir la firma internacional que se quedará con su fideicomiso en el exterior y analizar cómo las normas de ese país se vinculan con la Ley chilena. En el país, en tanto, deberá elegir a la persona que será informada del rendimiento de sus inversiones, como dispone la Ley, por el administrador del fideicomiso local, o si la deja sin nombrar, como dijo que lo había hecho en su pasado gobierno.
Si los hijos de Sebastián Piñera, en tanto, constituyen fideicomisos ciegos voluntarios para sus participaciones en empresas listadas en bolsas chilenas, no estarán obligados a incluir los activos que cuelgan de Odisea, Mediterráneo y Bancard International Investment, sus sociedades en Islas Vírgenes Británicas y Luxemburgo. Entre ellos hay unos 40 bonos de empresas, 30 posiciones en fondos de inversión y una cantidad indeterminada de acciones en Chile y el extranjero, que no están listadas en bolsa.
Bancard International Investment, por ejemplo, tiene acciones en empresas extranjeras como Austral Group, Exalmar, Lindley, Andino, Isagen, Bolsa de Valores de Colombia, Tablemol, Avianca y Cemex, entre otras. Lo anterior supone un particular cuidado al enfrentar políticas públicas de carácter internacional, evitando así la experiencia de las inversiones familiares en Exalmar, en el mismo periodo en el que Chile y Perú se enfrentaban en el Tribunal Internacional de La Haya.
Sobre las sociedades personales de los hijos de Piñera que están fuera del holding Bancard también existen dudas. No se conoce en detalle sobre qué activos manejan estas sociedades ni en qué términos se someterán a los fideicomisos ciegos voluntarios. Sebastián Piñera Morel, por ejemplo, es socio de José Miguel Bulnes, un antiguo ejecutivo de Penta y Bancard, en BP Capitales. Dicha sociedad ha invertido en Enjoy, pero también se dedica a la estructuración de fondos para invertir en otros activos. Hasta ahora no se conoce cuáles son esos activos ni si están listados en alguna bolsa chilena.
Amigos en la región
En lo que respecta a materia de política exterior, este segundo gobierno de Piñera enfrentará un contexto más favorable a nivel regional, pues varios de los presidentes son de derecha, a diferencia de lo que ocurrió durante su primer mandato, donde la mayor parte de los mandatarios pertenecían a la izquierda o centro izquierda.
De hecho, hay dos presidentes que tienen algún grado de amistad con Piñera: Mauricio Macri, de Argentina, y Pedro Pablo Kuczynski, de Perú, quien actualmente está siendo investigado por el caso Odebretch.
“Lo más probable es que busque alguna relación especialmente con el gobierno de Argentina, o sea con Macri”, comenta Manuel Antonio Garretón.
El analista Guillermo Holzmann, por su parte, matiza. “Es cierto que hay más presidentes de derecha en la región, pero actualmente todos los presidentes tienen que dar respuesta a los lineamientos que dan la ONU, el G-20, la OCDE y el FMI, entre otros organismos. Así que potenciar todo ello, conforme a los intereses de Chile, va a significar establecer una política exterior mucho más dinámica, con un alto grado de innovación”.
Para Claudio Fuentes, hay un factor que podría contrarrestar el escenario más afín que tendrá el mandatario electo durante su segundo mandato. “En 2018 viene el fallo de La Haya por la demanda marítima de Bolivia, por lo que ahí hay un primer elemento que ya ha aislado a Chile en el campo internacional y ese tema estará muy latente”, afirma.
Sin embargo, existe incertidumbre sobre lo que realizará fuera de la región en este ámbito. Mientras Garretón cuestiona que Piñera no tiene una política internacional que signifique pensar a Chile integrado a América Latina en un mundo globalizado, para Holzmann es relevante ver qué decisiones se toman respecto a cómo se desarrolla la relación con Asia, en particular con China.