“Estamos en un sistema tan como el pico, con deudas IMPAGABLES y eternas que ya, como si tuviésemos el síndrome de Estocolmo, todos asumimos como normales”.

Lo anterior es un fragmento de un post de Nacho Vigouroux, un usuario de Facebook que ha visto cómo lo que era una reflexión para sus amigos, se convirtió en un mensaje que ha identificado a cientos de jóvenes a través de la red social.

Ha sido compartido más de 3.500 veces y comentado en más de 300 ocasiones tras su publicación el pasado 11 de mayo. Desde entonces, el autor tuvo que apagar las notificaciones ante la ola de reacciones que generó, de todo tipo.

“Me ha llegado muchos mensajes internos, algunos puteándome, otros echándome la culpa de ser un guatón flojo, y otros muy divertidos, ofreciéndome vender Jeunesse, Herbalife, y esos productos que prometen cambiar la vida. Yo la verdad no buscaba eso”, dice Ignacio, que contestó sin problemas al llamado telefónico de BioBioChile.

El hombre, de 32 años, es un santiaguino neto que se inspiró en escribir la publicación no solo en su vida, sino en lo que ve a su alrededor. “Este post no nace de mí necesariamente, nace de estar tiempo tomando micro, viendo la gente apretada, chata, dándome cuenta que estamos todos inmersos en la misma parodia, chiste, y nadie reacciona”, cuenta.

“Esto partió cuando estaba cesante. Me costó mucho encontrar pega, estar en algún lado estable y una vez que ya me estabilicé, veo todo el descontento que mucha gente tiene con sus pegas. Pero estamos tan tapados de deudas, que no queda otra más que encariñarse con la pega, aunque te haga la vida miserable”, afirma.

El autor confiesa que no es su caso, ya que luego un buen tiempo dio con un trabajo indicado y donde tiene tiempo y sueldo “decente”. “Estoy tranquilo, pero veo la disconformidad de todos los días y la gente se la mama, se la traga, y se la aguanta de una manera increíble. Veo una capacidad de resiliencia gigantesca en toda la gente que aguanta esta situación. Eso quise expresarlo”.

- La gente decía que te vayas a regiones

- Lo que escribí yo fue en primera persona, pero personando a gente que veo en el día a día. Con eso estamos hablando del Transantiago, de micros llenas, metro lleno, y eso es netamente un tema santiaguino, pero quienes leyeron muy por encima vieron un mensaje como una crítica directo a lo que está pasando acá en Santiago, cuando en realidad es una cuestión generalizada.

Estés en regiones, en Talca, en Chacabuco, Coyhaique, Aysén, donde quiera que estés, te estás viendo enfrentado al mismo problema: jugar con muchas deudas, a mucho plazo, y con un sueldo que no te permite salir de esas deudas ni menos comenzar algo más. Es más que nada un discurso con la conformidad, de cómo nos estamos normalizando ante tanto conformismo. Y eso se puede aplicar a cualquier región, país y lugar.

- ¿Qué hacer entonces? ¿Con qué se responde a ese conformismo?

- El mensaje no es ‘quememos todo’, no es ‘mandemos todo a la mierda’. El mensaje es llamar al cambio, no necesariamente en la forma política o de quitar a los gobernantes o mandar todo al carajo. Si no que de verdad concientizarnos que nuestro trabajo tiene que tener de verdad una instrumentalización más social, para con nosotros mismos, y también que tenga algún objetivo o meta. No puedo entender, y creo que nunca lo haré, que nuestra mayor función para trabajar sea pagar deudas. Es ridículo, es triste.

Ignacio reconoció ser empleado del sector público, lugar donde recogió experiencia para escribir lo que escribió. “Atiendo gente, gente muy vulnerada, entonces veo día a día lo que es el problema de tener muchas deudas, poco tiempo y poca felicidad”.

Actualmente, adelantó, trabaja en una serie de relatos que podrían terminar en un gran proyecto que aún no tiene forma, aunque está en eso.