El director norteamericano Woody Allen, cuyas películas siempre se han presentado en Cannes fuera de la lucha por la Palma de Oro, explicó este miércoles en una conferencia de prensa que no cree “en la competencia para cuestiones artísticas”.
“¿Puede acaso decirse que un Matisse sea mejor que un Picasso?”, preguntó el realizador que a los 80 años dijo sentirse “lleno de juventud”.
“Estoy ágil y en excelente estado físico, estoy bien de la cabeza, como bien, hago ejercicio y tengo la suerte de que mis padres vivieron más de cien años”, dijo.
Woody Allen presentó en Cannes su último filme Café Society, una comedia ligera y nostálgica ambientada en Hollywood y Nueva York en los años 1930.
En el mundo de actores, famosos, magnates y mafiosos que gravitan en la industria del cine de la época evolucionan los personajes de esta película protagonizada por Kristen Stewart, Jesse Eisenberg y Blake Lively.
“Era una industria despiadada y probablemente lo siga siendo”, comentó Allen refiriéndose a aquella época de los grandes estudios de cine.
En la película el personaje interpretado por Kristen Stewart se casa con un poderoso de la industria del cine mucho mayor que ella.
En respuesta a una pregunta, Allen dijo que no tendría problema en escribir un guión invirtiendo los géneros de la relación.
“No vacilaría en hacerlo si tuviese una buena idea para una historia de una mujer de 50 años y un hombre de 30. Es una idea cómica perfectamente válida”. “Simplemente, no tengo material al respecto”, dijo, antes de revelar que cuando tenía 30 años “me enamoré de una mujer de 50 que era hermosa, pero estaba casada y no hubiese ido conmigo ni a la esquina”.
El realizador dijo que con Café Society se propuso hacer una película romántica, género que según él también lo define como persona.
“Siempre me veo a mí mismo como un romántico pero eso no siempre es una opinión compartida por las mujeres de mi vida”, ironizó.
En respuesta a una pregunta acerca de la fama, Allen dijo que es actualmente “la moneda más valiosa, para bien y para mal”.
“Los famosos a menudo se quejan de la falta de privacidad y de los paparazzi, pero no son problemas que representen una amenaza contra la vida. Los beneficios son mucho mayores que las desventajas”.
El director de Annie Hall dijo que seguirá rodando películas “mientras siga habiendo gente lo suficientemente estúpida como para darme el respaldo financiero”.