Después de terminar el 1er term, una semana intensiva y el inicio del nuevo term, vuelvo a este espacio a contar mis aventuras y desventuras. Este capítulo abordará la teleserie “la vida en los dorms”.
(Recuerde que toda historia aquí narrada es desde mi perspectiva, experiencia y visión personal, no sé si es la norma o lo que le pasa a todo el mundo).
Por lo que he visto en Chile, los servicios de residencias universitarias no son algo tan extendido. Cuando alguien se va a estudiar a otra ciudad, puede vivir en una residencial (que no es lo mismo), arrendar una pieza en una casa o departamento, compartir uno de esos espacios con amigos, etc. Pero lugares para vivir a cargo de la universidad, no hay muchos.
Cuando estaba haciendo los arreglos para venir a Seúl, nos dijeron que estaba la opción de vivir en estos “dorms” de la universidad, lugares administrados por la universidad para que vivan los estudiantes extranjeros. Uno piensa la típica imagen de residencias universitarias gringas que Hollywood nos ha inculcado, y cuando hubo que hacer el balance precio-presupuesto-costo de vida-experiencia internacional fue como “y por qué no?”. Era conveniente y existía la posibilidad de tener una buena roommate como compañía, compartir con otros estudiantes internacionales, etc.
*Nota aparte: en general para arrendar un lugar en Seúl hay varias modalidades que a nosotros nos parecerían exóticas: un depósito previo MUY abultado, que te devuelven al final de tu período, un depósito previo AUN MAS abultado que cubre tu período y con el que solo pagas las cuentas, etc. Enfrentarme a eso sin conocer el idioma y desde el extranjero fue un desincentivo a la vida independiente. Además venía sola y qué tanto compartir hogar por un tiempo.
La llegada
Luego de postular y ser aceptada, me avisaron que había sido asignada a la I-House. Vi las fotos en internet y me pareció top, dormitorios para 2 personas con instalaciones compartidas como cocina, salas de estudio, lavandería, etc. Ok, perfect! Mis compañeros fueron asignados a un dorm distinto: las instalaciones son para hombres o para mujeres, nada mixto. Ok, se puede entender.
Cuando llegué a Seúl y arrastré mi maleta por esa pendiente pensando que iba a perder los dedos de frío, lo primero que encontré fue un guardia que no hablaba inglés, y que al parecer no tenía información de mi llegada. Entre aplicaciones que traducían voz desde el celular, buscar mails que tenía guardados y llamados telefónicos, me abrieron la puerta y me dieron una habitación. PERO había “un pequeño” problema: el agua caliente estaba mala, así que tenía que elegir si cambiarme por dos semanas -lo que durarían las reparaciones- a otra residencia que está dentro de la universidad, o si cambiarme definitivamente al edificio hermano del dorm al que habían sido asignados mis compañeros.
Después de arreglar cosas más urgentes de la llegada, fui a ver la opción de cambio de dorm y arreglaron que tuviera un “tour previo” de mi posible nuevo dorm. Lo vi y me gustó, pero era otra modalidad: un edificio con varios departamentos, cada uno con su propia cocina, lavadora, baños, etc, que funcionan como departamentos compartidos (M-House). Así que acepté el cambio y el guardia, en un comportamiento que no sabía sería una premonición, me dijo en korean english “Ok, Tumorou” (siendo bautizado como “Don Tumorou”).
Etapa “princesa en la torre”
Me asignaron un depto que estaba en el último piso, y que hasta tenía un pequeño altillo o loft incorporado. Además, no tenía roommates! Tenía 3 dormitorios, dos baños, cocina, lavadora, refri y altillo solo para mí. PERO la vida en dorms tiene algunas limitaciones:
- No visits: Tenía todo ese espacio para mí sola y ni siquiera podía invitar a alguna amiga a tomar un té y conversar, o hacer un trabajo, nada. Tampoco podía visitar a mis compañeros como para cocinar juntos. Nada.
- Curfew: O toque de queda, como diríamos en chileno. Entre 1 y 5 am, nadie entra ni nadie sale de los dorms. Se perdió, pajareó y llegó a la 1.15? A hacer hora por ahí hasta las 5, la tarjeta no abre la puerta y además le llega un reto de una grabación. Menos mal que hay cafés y locales de comida 24/7 por aquí (porque la verdad no es un barrio carretero, no se puede hacer hora en esa onda).
- No pets: Una noche sentía llorar un cucho por ahí y moría por ir a buscarlo … pero era más de la 1 y además está prohibido tener algún bichito acá.
Luego comenzaron los problemas domésticos (parece que la de la mala suerte era yo). De nuevo no tenía agua caliente, y los problemas de agua caliente estaban ligados a la calefacción. Perdía una, perdía ambas. Y con -10° allá afuera, no era algo como para pasar por alto. Así que fui a decirle al guardia, que adivinen qué! me dijo “Tumorou” (después igual subió a tratar de ayudarme pero no pudo hacer mucho).
Al día siguiente llegó la señora que al parecer administra el edificio, que -adivinen otra vez- NO HABLA INGLÉS (y sí, vivo en los dorms para estudiantes internacionales). Y como yo no hablo coreano, fue bien “entretenido” explicarle mi problema a ella y al técnico que traía con ella. Cuando entendieron, revisaron todo y lo dejaron funcionando, avisándome que volverían en 45 minutos para chequear que siguiera todo bien (eso entendí yo al menos).
Así que fui a ducharme para ir a mis clases, y cuando estaba recién saliendo de la ducha, sentí el timbre (con suerte 20 minutos después de que habían salido). Corrí medio secándome y poniéndome algo encima mientras gritaba WAAAAIIIITTTTT peeeero fue inútil. Acá las puertas no son con llave, funcionan con chapas digitales con claves numéricas, y bueno los dorms son de la universidad así que cuando tú no abres la puerta, la abren. Y me encontré en camisa y calzones de frente con la señora y el técnico que casi se murió de vergüenza. Cerré la puerta de la pieza pero ellos se fueron.
Como la mala suerte me perseguía, esa fue la primera de varias visitas que necesité porque mi sistema de calefacción/agua caliente insistía en fallar. El técnico no era capaz de mirarme a la cara y la señora seguía abriendo la puerta cada vez que me demoraba un pelín en llegar a ella, gritara lo que gritara desde dentro. Al final me acostumbré!
Finalmente, cuando todo funcionaba y estaba acostumbrándome a mi reino solitario (después de haber limpiado muuucho también, lo heredé de alguien no muy asidua a a limpieza al parecer, tengo hasta fotos del “antes” y “después” de la cocina, es cuático), de repente todo cambió. Nosotros llegamos en”temporada baja”, pero en marzo comenzaba “the real thing”, con los estudiantes de pregrado entrando a sus clases. Para ese nuevo term había que repostular al dorm y todo. Ingenua, pensé que me dejarían donde mismo y me llegaría compañía. Pero de repente, un miércoles a las 8 de la noche, llegó el guardia con una lista a decirme que debía cambiarme de dorm. “Tumorou”.
Seis son multitud
Mi nuevo dorm era dos pisos más abajo. Yo estaba en la penúltima semana del term, llena de exámenes, presentaciones, reuniones de equipo, clases, etc. Ingenuamente pensé “Bueno, me cambio en la tarde”. Pero a las 8 am comenzó a sonar el timbre, con niñas extranjeras llegando con sus maletas, y el otro guardia y la señora diciéndome “change, change”. Un poco presionada, cansada y molesta, arreglé algunas cosas y fui a ver el nuevo dorm antes de ir a clases, tirando mi maleta sobre la cama que elegí. El dorm estaba vacío en ese momento, era el primer día de una semana contemplada para la llegada de nuevos residentes.
Cuando volví de clase, mi antiguo dorm estaba lleno de niñas gritonas sentadas en el suelo con maletas desparramadas por todas partes. Seguí agarrando cosas y cambiándolas al nuevo dorm, donde ya había llegado una roommate, una chica de Canadá que venía a estudiar negocios. Las niñas de mi antiguo dorm no movieron un dedo por ayudarme y me pegué varios viajes (como te pasan el dorm vacío y de cero, tenía que mover mi ropa, comida, cosas de limpieza, platos, ganchos de ropa, etc). Me despedí del espacio (el altillo!), la soledad y tranquilidad y me instalé en el nuevo lugar.
La primera roommate era un amor. Le hice el minitour por los barrios cercanos, intercambiamos contactos, y al segundo día, llegaron dos chicas más: una compañera de la primera chica y una norteamericana que venía acompañada de una amiga local (la única excepción donde dejan subir gente ajena: que te lleven las maletas). Yo elegí la pieza más aislada (casi en la puerta del depto) con baño al frente compartido. La pieza que tenía el baño dentro tiene capacidad para 4 personas, y sólo pensar en las mañanas con otras 4 personas (en caso de que se llenara el dorm) me desincentivó a usarla.
El fin de semana llegaron las dos últimas roommates, una de origen sueco pero que estudia en USA, y una británica. La británica decidió compartir la pieza conmigo en lugar de ser la 3ra persona en la pieza de a 4 :(
Yo realmente estaba en otra con los exámenes y cosas, así que la primera roommate traspasó el conocimiento recibido a las demás. Todas tienen en torno a 20 años y están acá de intercambio, pero el abismo generacional es importante. Poco a poco vas creando perfiles de las roommates:
- Gringa gamer: Justo eligió el cubículo junto al mío, así que es la que más he analizado. Durante las mañanas tiene unas sesiones de juego online conectada con el pololo que parece sigue en USA, al que ella se encarga de recordarle que cada vez que conoce a alguien acá, le dicen que miraron en su FB al novio y lo encuentran tan “hot” (muero de la curiosidad, pero no tengo su FB). Después de clases siempre llega tarde al dorm porque sale con sus “american friends” o pasa a los PC café a jugar en línea con amigotes locales. Tiene todas las notificaciones de su computador y celular a máximo volumen, y cada vez que llega deja mochila, bolsas y chaqueta desparramadas por todo alrededor.
- Canadiense amorosa: La primera que llegó, trata de organizar todo, compras, limpieza, etc. No mete mucha bulla, es como bien responsable, y siempre me pregunta cosas (diría que es la que más me pesca jajaja).
- Británica bed lover: Mi roommate directa, durante los primeros días después de su llegada y antes de empezar sus clases, me atrevería a decir que pasaba el 60% del tiempo en la cama (lo que claramente implica que mis tiempos de cama disminuyeron drásticamente). Como yo estoy en la cama de abajo, a veces veo pasar papeles de dulce, la escucho hablar o reír sola (usa el computador en la cama), y cuando no está he visto en esa cama botellas de agua, bolsas de compras, uf. Ahora que va a clases, diría que bajó la dosis a un 30% pero igual es harto.
- Canadiense bulliociosa: A esta le gusta escuchar música (bien ahí), pero también tiene llamadas por Skype eternas como todos los días y no conoce la palabra discreción (además es de Montreal así que habla en francés y no puedo ni copuchar).
- Gringa sueca: Lo más que he oído de ella es que su papá es doctor y que sabe español, francés e inglés. Es simpática igual.
Gracias a esta experiencia he descubierto que soy una vieja mañosa. La única vez que compartí hogar siendo adulta fue rara, y ahora re descubrí por qué no me gusta hacerlo. Como 6 personas acumulan basura rápido, en vez de bajar la basura más seguido, pusieron un mega basurero (en realidad paragüero) que apenas cabe bajo el lavaplatos. Además como que tratan de separar para el reciclaje pero ni siquiera respetan las categorías y al final es la pura cochiná (y ahí baja la mártir a tratar de repartir las cosas en los tarros que corresponde abajo porque no resisto ver el desastre bajo el lavaplatos).
De repente andan sociables y se juntan las 4 más amigas (excluyan a la gringa gamer y a mí) y se matan de la risa y conversan a grito pelado, cosa que ni con música en los audífonos me puedo concentrar en nada. Y a veces yo quiero escuchar música o quedarme estudiando hasta tarde, y a las 11 de la noche están todas durmiendo a puerta cerrada. Estoy experta en acostarme a oscuras (mi roommate bed lover siempre me gana), y me mato de la risa (internamente) cuando las veo llegar con sus compras de máscaras de belleza y cremas varias (tienen 20!!) y ropa porque encuentran todo “super cheap”.
Debo decir que por una parte, tener tanta gente en el dorm me ha instado a aprovechar más el espacio fuera, en los tiempos libres en lugar de volver a encerrarme, salgo a recorrer, o me quedo estudiando en la U en las tardes, hago otro uso del tiempo. Pero por otro lado igual ha sido bueno tener gente acá, ya que casi a 3 meses de haber comenzado esta aventura, de repente da el bajón del choque cultural, de extrañar a la familia y los amigos, a los gatos, el hogar, pero tener tanta bulla, vida y energía alrededor te saca de eso. A veces hasta les converso y me entretengo! (soy antisocial, lo sé).
En resumen: si vas a estudiar fuera del país solo, y la universidad te ofrece la opción de dorms, acéptala. Son económicamente convenientes, buenos espacios, siempre cerca de la U, y nunca sabes si te puedes topar con alguien bkn como roommate. Todo es aprendizaje! el autoconocimiento, el autocontrol y las nuevas formas de convivencia, te harán crecer no solo en la sala de clases, también fuera.