El legendario músico David Bowie,, quien falleció de un cáncer a los 69 años, supo aunar música popular y experimentación para alzarse como una de las estrellas del pop más importantes de todos los tiempos.

Verdadero artista camaleónico, acababa de publicar el 25º álbum de estudio de su prolífica carrera, Blackstar, que salió a la venta el viernes 8 de enero, coincidiendo con su 69 cumpleaños.

El cantante y compositor, que modeló su carrera en sucesivas reencarnaciones, a través de los personajes de Ziggy Stardust, Aladdin Sane o Thin White Duke, era un intérprete todoterreno y visionario que influyó en varias generaciones de artistas.

Ziggy Stardust

Ziggy Stardust


Tan en su salsa con Beckett y Nietzsche como con sus amigos Lou Reed o Iggy Pop, pasó su vida experimentando numerosos géneros musicales, con frecuentes incursiones en el mundo del cine, el teatro, la moda o la pintura.

Más de 140 millones de discos vendidos, la influencia ejercida en colegas de profesión como Lady Gaga, Placebo o Blur, o aún el millón de visitantes que logró su exposición itinerante, “David Bowie Is”, lanzada en 2013 en Londres, avalan el alcance de su éxito.

Thin White Duke

Thin White Duke

El hombre de los mil rostros

David Robert Jones nació en el 8 de enero de 1947 en el seno de una familia humilde de Brixton, un barrio popular del sur de Londres. Una pelea a los 16 años dejó la pupila de su ojo izquierdo permanentemente dilatada, confiriéndole la extraña mirada que se convirtió en una de sus señas de identidad.

Fue en ese momento cuando dejó los estudios y comenzó su carrera musical. Su primer éxito llegaría en 1969 con “Space Oddity”, una balada mítica que narraba la historia de Major Tom, un astronauta que se pierde en el espacio.

Paralelamente, siguió cursos de mimo que, junto a su gusto por los disfraces, la moda o el teatro kabuki, lo ayudarían a transformarse en el hombre de los mil rostros.

A partir de 1972 comenzó el vals de personajes: primero, Ziggy Stardust, la estrella andrógina que lanzó su periodo glam rock, y después, personajes de locura decadente, del nazi cínico al rebelde de aire turbado.

Tras esas máscaras, David provocaba, multiplicaba las declaraciones contradictorias, especialmente sobre su orientación sexual, alimentaba crónicas mundanas, grababa discos sin igual, irritaba y fascinaba al mismo tiempo.

La ambivalencia sexual es uno de los temas recurrentes de sus canciones, junto al miedo y la alienación, con un modo de vida autodestructivo como telón de fondo.

En 1975, hizo su primera incursión en el mercado estadounidense con “Fame”, un tema coescrito con John Lennon, que llegó al número 1 de las listas de éxitos, así como el álbum “Young Americans”.

El cantante se mudó a Estados Unidos con su mujer Angie, y un año después, a Berlín Occidental, con su hijo Zowie, dejando tras de sí una vida marcada por la cocaína.

De 1976 a 1979, durante su época berlinesa, produciría junto a Brian Eno una trilogía (Low, Heroes y Lodger) que allanó el camino a nuevas corrientes musicales como el postpunk y la cold wave.

Su álbum “Let’s dance” en 1983, conquistó a un público más joven en las pistas de baile, si bien, a partir de 1988, su periodo hard-rock con el grupo Tin Machine recibió una acogida más bien tibia.

En el cine, Bowie actuó en “Feliz Navidad, Mr. Laurence” de Nagisa Oshima, “El ansia” de Tony Scott o “La última tentación de Cristo” de Martin Scorsese.

En 1992 se casó con la modelo somalí Iman, con quien tuvo una hija, Alexandria.

Después Bowie retomó su carrera en solitario y en 1999 desveló su álbum “Hours” en internet, autorizando la descarga previo pago.

Hasta principios de los años 2000, encadenó discos y giras, pero un accidente cardiovascular en junio de 2004 en el escenario de un festival alemán terminó ese periodo. Obligado a un largo reposo forzado, sus apariciones pasaron a ser raras, con apenas alguna actuación estelar junto a The Arcade Fire, Alicia Keys o el exguitarrista de Pink Floyd, David Gilmour.

Cuando crecían los rumores alarmantes sobre su estado de salud, en 2013 sorprendió con un álbum lleno de vida, “The Next Day”. “Aquí estoy, no precisamente muriéndome”, lanzó, rabioso, aludiendo a la letra de la canción que daba nombre al disco.