Cada vez es más común oír lo beneficioso que es cultivar nuestros propios vegetales, frutos y hierbas. Al parecer la inmediatez de encontrar todo en el supermercado ha perdido la gracia y vamos regresando poco a poco a lo natural, iniciando un viaje de regreso a nuestras raíces.
Una de las tendencias culinarias más fuertes en el mundo en la actualidad es el movimiento “farm to the table”, es decir, “del huerto a la mesa”. En términos de cocina, se refiere a la comida elaborada con productos provenientes de fuentes locales.
A pesar de que por mucho tiempo se ha tranzado nutrición y salud por conveniencia, un gran número de consumidores, se están inclinando por alimentos mas saludables y ambientalmente más amigables, dejando de lado los alimentos procesados que contienen altos niveles de azúcares, grasas y sodio que pueden conllevar a una serie de enfermedades tales como problemas cardíacos, sobrepeso, presión sanguínea alta y cáncer.
Así es como el concepto farm to the table llega cómo símbolo de advertencia y propone una alimentación sustentable, natural, haciendo hincapié en el consumo de alimentos preparados de manera simple, fresca, condimentados y sazonados con especias de la estación.
La época donde esta práctica tuvo su apogeo fue en Estados Unidos, durante los años 60 y 70, de la mano del movimiento hippie, donde la comida orgánica, local, y natural se volvió una moda y se comenzó a fomentar el apoyo a los huertos locales. Dos de sus pioneros son Alice Waters and Jerry Traunfeld.
Si bien los restaurantes que han acuñado esta práctica han existido desde hace décadas en Estados Unidos, es recién hace algunos años que comenzaron a hacerse realmente famosos en el mismo país y fuera de él.
Este movimiento no sólo impacta positivamente en términos alimenticios, sino también sobre los mercados locales, ya que como se mencionó anteriormente, al privilegiar los huertos locales, se fomenta el comercio local, a los pequeños productores, motivando la sustentabilidad y la agricultura bio-dinámica.
Por otra parte, el hecho de que frutas y vegetales no tengan que viajar largas distancias permite que maduren de manera natural y correcta, absorviendo los nutrientes de su entorno. Así, al consumir alimentos que han crecido en campos locales, estaremos consumiendo productos con mejor sabor y más saludables que otros que necesiten cruzar largas distancias y que han sido cosechados antes de sus puntos de maduración para soportar con éxito el viaje. Esto, según estudios del Departamento de Agricultura de Estados Unidos.
Si bien en nuestro país no estamos familiarizados con esta práctica, ya varias personas han decidido adquirir vegetales y frutas en huertos locales, y también, en algunos casos, cultivar sus propios productos. Aquí es cuando los metros cuadrados y el “lugar ideal” han dejado de ser importantes, debido a que vivir en grandes ciudades, y en residencias donde el espacio no sobra no es una limitante. Pero la creatividad y las ganas han superado con creces a las limitaciones, y lo que ayer podía parecer imposible hoy es una realidad.
Una de las posibilidades más sencillas de autocultivar en casa, es la de las hierbas, aquellas que frecuentemente usamos en nuestra cocina, y que no tienen comparación cuando podemos usarlas frescas.
A continuación los pasos para poder llevar a efecto tu propio jardín herbario, consejos proporcionados por el famoso sitio Wikihow.
1- Selecciona las hierbas. Al preparar una maceta con hierbas, es esencial tener una buena variedad de hierbas y plantas acompañantes que te asistirán con tus fines culinarios. Algunas buenas elecciones incluyen: Mejorana dulce – Melisa (o citronela) – Salvia- Albahaca – Menta-Tomillo – Orégano – ciboulette – inclusive frutitos como Frutillas, tomates cherries y pequeños pimientos son una buena alternativa.
2- Prepara la maceta. Asegúrate de que la maceta tenga agujeros en la base, para que drene bien. Toma grava o arena y viértela en el contenedor, hasta un cuarto de la profundidad de la maceta.
3- Rellena. Cuando la grava esté ubicada, comienza a llenar la maceta con un compost multipropósito o a base de tierra. Esto debería llenar aproximadamente tres cuartos del espacio restante de la maceta.
4- Ubica las hierbas en la maceta, con unos 15 centímetros de espacio entre cada tallo. Extrae con delicadeza las plantas de su maceta temporaria, y desenreda las raíces. Esto hará que la planta crezca extendiéndose.
5- Ubica las plantas más altas en el centro del arreglo, y las más pequeñas cerca del borde. Esto asegurará un mejor crecimiento. El arreglo podrá parecer desordenado al principio, pero no te preocupes, porque comenzará a llenarse y a verse exuberante en unas semanas.
6- Rellena los espacios entre las plantas. Cuando estés conforme con las posiciones, comienza a llenar los espacios vacíos entre las plantas, con compost. Presiona el compost firmemente en los espacios, metiendo los dedos dentro de la tierra que acabas de agregar, con cuidado de no dañar ninguna raíz. Agrega más si es necesario. Deja unos centímetros entre el borde de la maceta y la tierra, para que la maceta no se desborde al regarla.
7- Poda las hierbas. Corta la parte de arriba de las plantas más altas, dejándolas más o menos por la mitad de su altura. Esto animará a cada planta a formar un arbusto y a proveer más hojas para cosechar llegado su momento.
8- Fertiliza. Consigue un fertilizante de liberación controlada. Mete 3 a 5 de éstos en la tierra, según el tamaño de la maceta. Sólo mete el fertilizante de liberación controlada presionándolo con el dedo para que entre en la tierra, y luego vuelve a cubrir el espacio. Estos fertilizantes de liberación lenta deberían durar toda una estación, o sea que no necesitas volver a alimentar la maceta.
9- Riega. Hazlo abundantemente, hasta que el agua comience a escurrirse de la base de la maceta. El compost necesita absorber mucha agua la primera vez, así que prepárate para aplicar unos cuatro litros. Continúa regando los siguientes meses, cada unos días o hasta que la tierra se vea seca. Las hierbas suelen secarse entre riegos, y algunas como el romero, pueden anegarse fácilmente. y voilá!