Por mucho tiempo los arqueólogos han intentado descifrar el misterio detrás de los geoglifos ubicados entre las poblaciones peruanas de Palpa y Nazca, lugar que fue hogar de la cultura de esta última entre los años 200 a.C y 600 d.C. Actualmente existen muchas teorías sobre ello; una de ellas, la más aceptada y realista.
Visibles únicamente de una altura específica, el significado de los enormes jeroglíficos que forman figuras de animales, humanas y geométricas en Nazca ya ha sido descubierto. Según indicó el sitio El Confidencial, estas figuras creadas con piedras enrojecidas ya no serían un misterio.
Si bien, en un principio los investigadores creían que las líneas sólo eran caminos, las teorías empezaron a apuntar de que éstas se trataban de “centros de adoración” pensados en las divinidades de las alturas: incluso formaron un gigantesco calendario, que tenía como propósito apuntar al sol y los cuerpos celestes.
El hecho de que las líneas de Nazca no fueran más que caminos no parece lo más atractivo, pero un grupo de arqueólogos japoneses que ha revelado la situación de 100 nuevos geoglifos de Nazca cree que la primera teoría, que fue formulada por el antropólogo peruano Julio Cesar Tello –el primero que estudió seriamente el yacimiento–, podría ser en parte acertada.
Más de un grupo detrás de las líneas
En abril de este año, el equipo de investigadores del doctor Masato Sakai de la Universidad Yamagata presentaron nuevos hallazgos en la convención anual de la Sociedad Americana de Arqueología.
En la situación, analizaron la localización, el estilo y el método de construcción de los geoglifos descubriendo que existen cuatro tipos diferentes de figuras que tienden a agruparse en diferentes rutas, todas ellas con el mismo destino: la ciudad preinca de Cahuachi. Hoy sólo queda en pie una pirámide, pero entre el año 1 y el 500, cuando la urbe vivió su esplendor, era un centro de peregrinación de primer orden y, a todas luces, capital de la cultura Nazca, comentó el sitio.
Además, los investigadores delimitaron que no sólo varían en su forma los geoglifos, sino que también cambian en cuanto a su construcción. Según informaron en el sitio los arqueólogos japoneses, las figuras de Nazca fueron construidas por al menos dos culturas bien diferenciadas, con técnicas y simbolismos diferentes, que pueden observarse en los geoglifos que trazan el camino de su zona de origen a la ciudad de Cahuachi.
“Los geoglifos del tipo A y B (que corresponden a imágenes de cóndores y llamas) se localizan en el área adyacente al Valle de El Ingenio, pero también en el camino que va desde allí a Cahuachi”, comentó Sakai a Livescience. “Parece razonable asumir que los geoglifos del tipo A y B fueron dibujados por un grupo del Valle de El Ingenio”, aseguraron.
Lo anterior, basado en los cambios notorios que evidencias los jeroglíficos gigantes entre uno y otro. “Los dibujos cambian notablemente en la región más cercana al Valle de Nazca, y la ruta que va de allí a Cahuachi. Ese ese área hay un estilo distinto de imágenes, caracterizadas sobre todo por mostrar seres sobrenaturales y cabezas a modo de trofeo”, comentó.
El tercer grupo de geoglifos, el cual se estima fue elaborado por ambos grupos, está en la meseta de Nazca, a medio camino de ambas culturas.
Según indicaron los arqueólogos japoneses el uso de las figuras de Nazca cambió con el tiempo. En un principio fueron hechos por motivos de adoración, pero más tarde fueron colocándose a lo largo del camino que llevaba a Cahuachi. “Estas figuras no servían para señalizar el camino de peregrinación, que debía estar bien marcado, sino para animar las vistas desde éste, dándole además un sentido ritual”, señaló el sitio.
“Nuestra investigación muestra que los geoglifos del periodo formativo se dibujaron para ser vistos desde los caminos rituales”, reiteró Sakai y agregó que “sin embargo, las figuras anteriores, del periodo temprano, se utilizaron como centros rituales en los que, por ejemplo, se realizaban destrucciones intencionadas de cerámica”.