Los incendios en China Muerta y Parque Conguillío “son muy graves porque son espacios de enorme importancia, no solo por ser patrimonio, paisaje, sino porque es vida y es vital para el ecosistema de la región”, dijo a la AFP Alfredo Seguel, de la Red por la defensa de los territorios, que reúne a organizaciones civiles, ecologistas, comunidades, entre otros.
Seguel lamentó la destrucción de araucarias, “árboles milenarios con características únicas y que con su fruto piñón provén alimento y son una fuente importante de la economía de los mapuches” que habitan en la zona.
La araucaria o pehuén es un árbol longevo que puede pasar los 1.000 años de vida, pero con un lento crecimiento, hojas gruesas y una altura que puede llegar a los 50 metros. Su fruto es alimento base para la población pehuenche, que lo consume principalmente como harina, con la que preparan diferentes comidas y bebidas.
“Monumento Nacional” de Chile, el árbol es vital para los pehuenches, una porción menor de los mapuches que representan un 10% de la población total del país sudamericano, de unos 17,8 millones de personas.
Además, sus ramas son utilizadas para rituales y ceremonias sagradas realizadas por esa población.
La comunidad pehuenche expresó en un comunicado su “preocupación” por el avance de las llamas en la reserva China Muerta y advirtió que “si no se toman medidas más efectivas para detener el fuego, el daño ecológico será irreparable”.
Acción tardía
Las llamas en la reserva China Muerta comenzaron a arder el 14 de marzo, dijo a la AFP una fuente de la Onemi que no precisó las causas que provocaron el siniestro.
Las autoridades remarcan las condiciones territoriales extremas que enfrentan los bomberos, con caminos elevados con abundante vegetación. Sin embargo, para Seguel “hubo una desatención de las autoridades públicas”.
“Esto se pudo haber resuelto a tiempo pero se desatendió, en un país donde la principal prioridad es atacar los incendios de las plantaciones forestales (de empresas privadas) y no custodiar los bosques nativos”, agregó el activista.
La semana pasada, en Valparaísom, el fuego arrasó unas 600 hectáreas y cobró la vida de una persona.