A través de una denuncia anónima, un usuario de BioBioChile relató los incidentes que se registraron durante la conmemoración del Día del Profesor en el Colegio Cardenal Raúl Silva Henríquez de Puente Alto, perteneciente a la Fundación Belén Educa. En redes sociales, cibernautas como @baezaangel1 emplazaron a la entidad educativa a tomar cartas en el asunto.
El denunciante solicitó el resguardo de su identidad aludiendo a las posibles represalias que podrían recibir quienes presenciaron los hechos.
Quisiera remitirme de forma anónima en esta oportunidad para proteger y no afectar públicamente a quienes me conocen y han testimoniado lo que les presentaré a continuación. Muchos de ellos al día de hoy domingo aún no se recuperan de lo vivido.
El viernes 17 recién pasado, se celebraba en varios colegios el Día del Profesor, con actividades diversas que llaman a retribuir de alguna forma la entrega y cariño depositada en cada uno de sus alumnos. Una forma solemne, lúdica y muchas veces emotiva de quienes reciben los conocimientos y formación para ser grandes personas en unos años más.
Más de algún profesor se vistió de forma especial, de punta en blanco, otros relajadamente, porque todo era celebración. Sin embargo, en el colegio Cardenal Raúl Silva Henríquez de Puente Alto, establecimiento de la Fundación Belén Educa con buenos resultados académicos, de integración y la experiencia de entregar valores cristianos, la situación fue un tanto distinta.
Todo comenzó de forma normal, con obsequios sencillos, algo de cotillón y manifestaciones de afecto por parte de alumnos de 4° año medio y su dirigencia estudiantil. Pero al cabo de unos minutos, cuando todo parecía una dinámica de gratitud hacia los docentes, un extraño acto hizo de toda esta celebración algo para olvidar.
Una dinámica inicial consistía en vendar a los docentes por parte de los alumnos a rostro cubierto, encapuchados, sacarlos de la sala de profesores en fila hacia el patio y sentarlos en sillas a la espera de una sorpresa. Claramente se aceptaba porque dentro de un marco de celebración el profesorado confió en sus buenas acciones.
Una vez llegado el momento, gritos, harina en el cuerpo, insultos verbales y agresión física hicieron que cada uno de los profesores reaccionara protegiendo su integridad y arrancaran, muchos de ellos sucios, manchados y golpeados, retornando a la sala de profesores impactados por lo que les tocó vivir. Algunos, enfurecidos y decepcionados, tomaron sus pocas cosas y se retiraron del establecimiento para no volver; otros en cambio, con lágrimas en los ojos y choqueados se preguntaban mutuamente qué fue lo que pasó.
La situación se tornó agria y triste. Nadie se explicaba tal acto de vandalismo que los niños a los cuales se les ha entregado todo el cariño y las herramientas para enfrentar el mundo que se les presenta más adelante les dieran este escarmiento. El cóctel sabía insípido, los bebestibles ácidos, pasteles incomibles… todo lo que ha sucedido hizo perder el valor de la celebración convirtiéndose en una jornada digna de olvidar.
El trauma depositado por este acto hizo preguntarse si valía la pena enfrentarlos en las salas de clase y consultarles por qué lo hicieron. Los profesores víctimas de las agresiones no quisieron enfrentarlos, por lo que se tuvo que contar con los demás docentes que se habían quedado en la sala de profesores al momento de la amarga sorpresa.
Mientras se les expresaba en cada una de las 3 salas de los 4° medios el malestar de lo sucedido, algunos alumnos expresaban vergüenza y tristeza, mientas otros aún mantenían la indiferencia sin prestar atención a las quejas. ¡De qué se ocultan! ¡Qué fue lo que hicieron! ¿Es que realmente se les ha dado malos ejemplos y antivalores? Nadie de los alumnos quiso decir nada.
Se han vulnerado derechos, garantías laborales y a realizar el trabajo sin riesgos, porque acá se agredió gratuitamente. Los involucrados ni se imaginan cómo se vieron inmersos en un acto delictual (habiendo participado directamente o en complicidad de lo sucedido), destacando que la ley 20.084 establece responsabilidad penal a todo joven entre 14 y 18 años que participa en delitos criminales, porque lo sucedido perfectamente puede ser considerado un acto de agresión premeditada.
Algunos testimonios que he rescatado directa o indirectamente reflejan lo que se siente: Que no quede en nada. Que se encuentren a los responsables. El cuerpo docente se encuentra vulnerable en derechos, dignidad e integridad, y no queremos que la autoridad del colegio les baje el perfil por nada. No se merecen ni siquiera celebrarles la licenciatura próxima, pensando que los 3° medios les preparan todos los años un acto de despedida. Si ni siquiera merecen ser licenciados, así no.
Este testimonio lo quiero compartir para realmente analizar y preguntarse lo que pudo impulsar a los alumnos a este reprochable evento, mucho más en un día de regalo para quienes ellos agredieron y que estos últimos no desean colectivamente realizarles clases este lunes, tal vez no se acepten más celebraciones por parte de alumnos por temor a ser pasados a llevar.
Emocionalmente, el profesorado se encuentra decepcionado, temeroso, destrozado, vulnerados en todo orden, más en aquellos que por años les han enseñado desde la básica… Realmente no cabe explicación alguna de lo sucedido y difícilmente se diluya con el tiempo. Al día de hoy todavía no hay recuperación, se piensa, se critica, se angustia, una verdadera pesadilla no solo al dormir. Ha quedado una herida muy difícil de sanar y que involucra un elemento sensible, muy frágil en la vida: la confianza.
Agradezco el espacio entregado, me despido atento a sus comentarios y discusiones.