Es probable que gran parte de los millones de chilenos que se unirán a los festejos patrios de este 18 de septiembre, no estén al tanto sobre qué es lo que realmente se recuerda en esta fecha, y que no es precisamente nuestra independencia como país de la monarquía española.
En estricto rigor nuestro país se separó definitivamente de la corona española sólo 8 años después, un 12 de febrero de 1818, a propósito del aniversario de la batalla más decisiva librada por Bernardo O’Higgins y José de San Martín al mando del Ejército de Los Andes en la hacienda de Chacabuco, ubicada al norte de Santiago, que permitió la retirada de las fuerzas leales a España, y la conformación de un gobierno patriota, según el archivo de la Dibam.
Francisco Encina, en su libro Historia de Chile, señala que: “Se fijó el 12 de febrero, aniversario de la batalla de Chacabuco, para la ceremonia de la proclamación”. En su texto señala que “el fiscal del tribunal de apelaciones, don José Gregorio Argomedo, dirigió al pueblo una alocución. El ministro Zañartu leyó el acta de la Independencia, y enseguida se postró el excelentísimo señor director, y poniendo las manos sobre los santos evangélicos, hizo el siguiente juramento: ´Juro a Dios y prometo a la patria bajo la garantía de mi honor, vida y fortuna, sostener la presente declaración de independencia absoluta del estado chileno de Fernando VII, sus sucesores y de cualquiera otra nación extraña´…”
Dicha declaración, en su párrafo más importante, señala que “el territorio continental de Chile y sus islas adyacentes, forman de hecho y por derecho, un Estado libre, independiente y soberano, y quedan para siempre separados de la Monarquía de España, con plena aptitud de adoptar la forma de Gobierno que más convenga a sus intereses”.
Sin embargo, no existe un acuerdo absoluto acerca del lugar en dónde fue proclamada oficialmente la independencia. Por un lado las pruebas documentales, dadas en el libro “La Historia de Concepción 1550-1970″ de Fernando Campos Harriet, señalan que esta firma se realizó en Los Morrillos de Perales de Talcahuano el 1 de enero de 1818, acta que fue proclamada formalmente en la actual Plaza Independencia de Concepción, según testimonia un monolito instalado en el lugar.
Sin embargo, la historia oficial indica que “el 12 de febrero, en forma solemne, se proclamó la Independencia de Chile en todos nuestros pueblos y ciudades. En Santiago, en la plaza de Armas, en un tablado frente a la Catedral, don Miguel Zañartu leyó el Acta y tomó juramento al Director Delegado don Luis de la Cruz, con asistencia del general don José de San Martin y todas las autoridades civiles y en presencia de monseñor José Ignacio Cienfuegos. En la ciudad de Talca y presidida por el Director Supremo se efectuó solemne ceremonia junto a las tropas del ejército que lo acompañaban”, según indican los archivos de la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile.
No obstante, la independencia no quedó sellada con esta proclamación. Fue necesaria otra batalla, esta vez en los llanos del río Maipo, un 5 de abril de 1818, donde la victoria del Ejército Libertador al mando de San Martín, consiguió aplastar a los realistas, pasando a la posteridad por el abrazo entre O’Higgins y el prócer argentino.
¿QUÉ CELEBRAMOS REALMENTE?
Cabe entonces preguntarse, si la proclamación de independencia se realizó en otra fecha, qué es lo que realmente celebramos el 18 de septiembre. En síntesis, y tal como lo aclara el portal EducarChile, lo que en realidad se conmemora es la primera Junta Nacional de Gobierno formada en 1810, la que en estricto rigor dio paso a un proceso independentista que fue concretado 8 años después.
Ese 18 de septiembre de 1810, la Junta presidida por Mateo de Toro y Zambrano, el “conde de la conquista”, no hizo más que jurar lealtad al rey Fernando VII de España, preso en Francia, sin que esto constituyera un acto independentista, sino más bien abrir brecha dentro de los criollos para debatir una separación definitiva de la corona española.