El primer ministro británico, David Cameron, visita este lunes Aberdeen, capital del petróleo escocés y de los sueños independentistas de prosperidad, para defender el “No” a la secesión de Escocia.
Esta podría ser la última semana de Cameron como jefe de gobierno de una Escocia británica y esta noche pedirá una vez más que no se afronte la cita del jueves como un castigo a su gobierno conservador, muy impopular en Escocia.
Cameron insistirá en que un “Sí” a la independencia sería irreversible y perjudicaría al bolsillo de los escoceses.
Uno de los argumentos a favor de la independencia que más ha calado es que con ella no habría que soportar más a los Tories de Londres, la “élite de Westminster”, como se les llama despectivamente.
Escocia vota tradicionalmente a los laboristas en las generales y a los nacionalistas en las regionales, aunque los sondeos revelan que una parte importante de los primeros se inclina hacia la independencia, desoyendo a su líder nacional, Ed Miliband.
En cuanto al jefe de gobierno escocés y líder de la campaña independentista, Alex Salmond, este lunes volvió a acusar a Cameron de “orquestar” la respuesta adversa de las grandes empresas a la posibilidad de la independencia.
Salmond invoca a Adam Smith
“Es de sentido común” que una Escocia independiente sería próspera, dijo a la prensa en Edimburgo. “Es una tierra con grandes recursos naturales y grandes recursos humanos. Creo que es un sinsentido que la tierra que produjo a Adam Smith sea incapaz de gestionar su propia economía”.
Smith (1723-1790), escocés de Kirkcaldy, autor de “La riqueza de las naciones”, está considerado el padre de la teoría económica moderna.
“En tres días, la gente tendrá una oportunidad única en la vida de poner el futuro de Escocia en manos escocesas”, agregó Salmond, que se ha comprometido a no pedir otro referéndum si pierde este, como ocurrió en Quebec, la provincia francófona canadiense, en la que el independentismo salió derrotado en dos plebiscitos.
Unos 4,2 millones de residentes en Escocia mayores de 16 años están llamados a responder “sí” o “no” a la pregunta “¿cree que Escocia debería ser un Estado independiente?”.
Los resultados definitivos se conocerán el viernes y no habrá sondeos a boca de urna, aunque no se descarta que algún medio británico pueda dar una proyección del escrutinio antes de esa hora.
Los sondeos del fin de semana no permiten dar por sentado nada de cara al jueves: aunque el “no” tiene ventaja, no es lo suficientemente grande, y se ve largamente superada por el número de indecisos (un 17%, según una encuesta).
El excapitán de la selección inglesa de fútbol, David Beckham, se sumó a los partidarios de que Escocia siga en en Reino Unido y este lunes la londinense plaza de Trafalgar Square será escenario de un mitin de los partidarios del “no”.
“Mi esperanza sincera es que votéis para renovar nuestros lazos históricos, que tanto éxito han tenido a lo largo de los siglos”, dijo Beckham en un comunicado.
Pero la irrupción en la campaña más notoria de las últimas 48 horas no fue la de Beckham o Adam Smith, sino la de la reina Isabel II, obligada a la neutralidad en el referéndum.
La monarca se limitó a decir que espera “que la gente piense bien su futuro” a una persona que se le acercó a ella después de ir a misa en Balmoral, su residencia oficial en Escocia.
El Partido Nacional Escocés (SNP) de Salmond quiere conservar a la reina como jefa de Estado si gana la independencia, al modo de Canadá.