“El inicio de la frontera entre Perú y Chile es el Punto Concordia y no hay otro”, declaró el martes el presidente peruano Ollanta Humala durante la ceremonia en la que el país vecino decretó la Carta de Límite Exterior –sector sur– de su dominio marítimo, que sufrió notables modificaciones luego del fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya en enero.
Con ese discurso, el mandatario reforzó la postura de Perú de reafirmar que la frontera en tierra no coincide con la división marítima y de paso reabrió la disyuntiva en torno al triángulo terrestre y la posibilidad de un eventual arbitraje de Estados Unidos para solucionar cualquier atisbo de controversia.
Chile en tanto, reaccionó, y el Gobierno, a través de su Cancillería, sostuvo que la disposición cartográfica peruana aborda “materias que exceden lo dispuesto en aquel fallo (La Haya) y lo acordado en el mencionado Grupo de Trabajo Técnico y Cartográfico binacional” que lo siguió.
Así, amparado en el argumento de que el dictamen de la CIJ no se pronunció sobre el límite terrestre y únicamente se dirigió a dirimir una divergencia marítima, y en la interpretación de que el inicio del territorio nacional en la región de Arica y Parinacota en el extremo norte se dibuja en base al paralelo que atraviesa el Hito 1, el Ejecutivo rechazó la disposición de Perú.
Pero el dilema parece instalado.
El mapa defendido por Perú
La carta peruana que liberó la Marina de Guerra local establece con claridad su nuevo espacio marítimo según “los trabajos que ha venido realizando una Comisión mixta peruano-chilena para determinar las coordenadas del límite marítimo”, indicó el presidente Humala. Pero también, en un cuadro menor en la zona inferior izquierda, destaca la diferencia que se genera entre la frontera acuática y terrestre si se considera el Punto Concordia como fin-inicio de esta última y no la proyección en línea recta hacia el mar con referencia en el Hito 1 (afirmación de Chile).
Con ello se dibuja el ‘Triángulo terrestre’, denominación entregada al manto territorial en cuestión. Un espacio cercano a los 37 mil metros cuadrados que, paradójicamente, de ser concedido finalmente al país vecino, no contaría con mar propio. Es decir, las aguas que lo bañen serían chilenas, particularidad que se conoce como ‘Costa seca’.
Para aseverar lo anterior, y a sabiendas de lo singular de la situación, Perú subraya lo establecido por el tratado de 1929, que en su artículo Nº2 expresa: “La línea divisoria entre dichas dos partes (Tacna y Arica), y, en consecuencia, la frontera entre los territorios de Chile y el Perú, partirá de un punto de la costa que se denominará ‘Concordia’, distante diez kilómetros al norte del puente del Río Lluta”.
Al respecto, el ministro de Relaciones Exteriores peruano, Gonzalo Gutiérrez, postuló en conversación con Radio Programas del Perú que “el inserto (gráfico) refleja de manera precisa el punto de inicio de la frontera marítima y la frontera terrestre que, como todos ustedes saben, es el punto de la Concordia, en virtud al Tratado de Límites de 1929 y protocolo complementarios”.
Estados Unidos podría decidir
El mismo tratado de 1929, que viene a subsanar las diferencias ocasionadas por el de 1883 post Guerra del Pacífico, esboza que de manifestarse una vez más discordancia en las directrices emanadas del mismo, será el Gobierno de Estados Unidos el encargado de dirimir.
“Para el caso en que los Gobiernos de Chile y el Perú no estuvieren de acuerdo en la interpretación que den a cada una de las diferentes disposiciones de este Tratado, y en que, a pesar de su buena voluntad, no pudieren ponerse de acuerdo, decidirá el Presidente de los Estados Unidos de América la controversia”, reza el artículo Nº12.
Consultado sobre la eventualidad de tener que recurrir al arbitraje norteamericano, el embajador del Gobierno de Barack Obama en Perú, Brian A. Nichols, señaló en una entrevista cedida al diario peruano El Comercio en julio que como país están pendientes de lo que acontezca, pero que, sin embargo, “ninguna parte nos ha pedido que tomemos cartas en el asunto y vamos a estar atentos a lo que está pasando, pero ambos gobiernos dicen que pueden resolverlo hablando directamente entre ellos”.
“Y si nos piden algo, vamos a considerarlo y ver cómo hacemos, pero no quiero entrar en un debate de lo que podría pasar cuando nadie ha pedido eso”, sentenció el diplomático.