Chile buscará reforzar su cooperación militar con Rusia, afirmó el miércoles el canciller chileno, Heraldo Muñoz, tras reunirse en Santiago con su homólogo ruso, Serguei Lavrov, de gira por Latinoamérica.
“Hemos conversado sobre el potencial de los intercambios militares. Vamos a ver posibilidad de que parlamentarios ratifiquen cooperación militar entre ambos países”, explicó en rueda de prensa Muñoz.
Rusia busca sumar a Chile entre sus compradores de armamento en América Latina, donde vendió 2.000 millones de dólares en 2013, un 15% de sus exportaciones de material bélico, a países como Brasil, Argentina, Perú y Venezuela.
Según Muñoz, Chile tiene “excelentes relaciones con Estados Unidos, pero igualmente tenemos muy buenas relaciones con la Federación Rusa, y nuestro propósito es profundizarlas”.
“No hay ninguna contradicción entre las dos cosas”, agregó el canciller chileno.
El gobierno de Michelle Bachelet, quien en junio tiene previsto viajar a Estados Unidos, invitó al presidente Vladimir Putin a visitar Chile.
“La presidenta Bachelet ha reiterado la invitación para que el presidente Putin visite Chile y eventualmente conjuntamente viajen a la Antártida a ver las bases chilenas, donde esperamos una mayor cooperación entre los científicos rusos en sus bases y los chilenos en las nuestras”, afirmó Muñoz.
Rusia firmó con Chile un Acuerdo de Asociación Estratégica en noviembre de 2010 -centrado en energía, ciencia y tecnología- y ha intentado iniciar negociaciones para firmar un Tratado de Libre Comercio (TLC).
Chile, uno de los 30 firmantes del Tratado Antártico, es el país con más bases en la Isla antártica rey Jorge, y Punta Arenas, su ciudad más austral, la puerta natural al continente blanco.
Argentina, Chile y Gran Bretaña mantienen reclamos territoriales sobre la Antártida, pero con la firma del Tratado, que entró en vigor en 1961, los signatarios se comprometen a no llevar a cabo en la zona ninguna actividad militar que no tenga fines de protección de las tareas científicas.
La visita del canciller ruso se enmarca en una gira latinoamericana en un momento especialmente delicado de escalada de tensiones entre Rusia, Estados Unidos y la Unión Europea por la situación en Ucrania.