Después de 102 años fue posible resolver uno de los misterios más antiguos del “Titanic”, gracias a un examen de ADN. Se trata de la historia que ronda a Loreine Allison, una niña de 2 años que se presumía que murió durante el hundimiento del crucero, pero cuyo cuerpo nunca fue encontrado.
Ella, al igual que su madre, eran las únicas pasajeras de primera clase cuyos cadáveres no aparecieron jamás.
Sin embargo, 3 décadas más tarde, una mujer llamada Helen Kramer comenzó a decir a los medios de la época que ella era la denominada “niña perdida” y que además era hija de Thomas Andrews, diseñador del barco. Para probarlo comenzó a dar detalles de su presunta familia verdadera, la cual era dueña de una cuantiosa fortuna.
Como en la época no existían las pruebas de ADN era difícil comprobar la veracidad de sus palabras. Tras morir en 1992, los Allison pensaron que el asedio de esta mujer había terminado. Pero al celebrarse el centenario del hundimiento el año pasado, Debrina Woods, nieta de Helen, decidió retomar la lucha de su pariente con el fin de ser reconocida como heredera de esta familia.
Junto con ello, hizo un sitio web llamado “El último misterio del Titanic”, donde contaba su historia.
Ante esto, un grupo de fanáticos inició una cruzada llamada “The Loraine Allison Identification Project”, con el cual querían comprobar si la abuela de Woods era realmente “la niña perdida” a través de pruebas genéticas.
Según informó CNET, los exámenes de ADN dejaron al descubierto que ni Helen ni Debrina tenían parentesco alguno con la familia Allison.
Pese a ello, Woods insiste en que la historia es cierta y que no buscaba una “tajada” de la fortuna de estas personas.