Por Antonio Díaz, Cristóbal Huneeus y Marta Lagos
DecideChile
El voto voluntario fue instalado en un acto de improvisación desesperada, para intentar revertir la baja en la participación electoral. Pero ¿cuáles son los estudios que respaldan esta decisión y muestran las razones por la cuales la gente no vota?
La Ciencia Política señala que la gente vota cuando cree que su voto hace diferencia. Históricamente son las elecciones más competitivas, las elecciones mas estrechas, las elecciones donde se deciden destinos, las que más han convocado a los chilenos a votar. Son los mismos casos que convocan en general a los pueblos a votar.
Otros factores externos a la elección que tienen influencia son: las costumbres de la gente, las dificultades para acceder al lugar, la distancia y el costo que implica ir a votar. El resultado de unos comicios puede estar también influenciado por el clima en el día de la elección. Es decir las condiciones materiales en que sucede el voto pueden facilitar o dificultar la participación.
Es por ello que el análisis del nuevo padrón nos entrega importante información respecto de varios de estos elementos que influyen en la probabilidad de que un ciudadano vaya a votar. En primer lugar hay que decir que el nuevo padrón electoral es un registro muy imperfecto. Su mayor imperfección es la ubicación geográfica del elector. En efecto el nuevo padrón registra a muchos votantes en un lugar distinto del que vive.
Por ejemplo en la comuna de Providencia, donde uno de cada diez personas que están inscritas en el Registro Electoral de esa comuna, vive en la dirección publicada por el Servel. Ello sucede en Providencia, una comuna establecida, sin grandes cambios en su densidad.
Es fácil suponer que en los distritos con mayor migración de habitantes, puede existir también una mayor discrepancia. Solamente ese dato tan simple es una razón de peso para no concurrir a sufragar, ya que la gente no quiere trasladarse hacia otro lado de la ciudad para votar o peor aún, tener que ir a otra ciudad. O dicho de otra manera, el votar donde uno vive aumenta la probabilidad de votar.
Para analizar este fenómeno de la participación electoral, ordenamos de menor a mayor, las 34 comunas con más de 100 mil habitantes mayores de 17 años. (poblacion estimada INE 2012). Ordenadas de mayor a menor, Maipú es la primera y Villa Alemana la última.
Al comparar los que viven y los que votan por comuna vemos que en donde esta diferencia es mayor, aumentan la cantidad de personas – especialmente jóvenes que estaban excluidos del patrón antiguo- que deben desplazarse para votar el día de la elección.
Según el INE, 130 mil personas mayores de 17 años viven en la comuna de Santiago (distrito D22). De acuerdo a cifras del Servel, las personas inscritas en los registros electorales de esa zona, duplican al número de sus habitantes con derecho a sufragio. En el caso de Maipú sucede lo contrario, sólo el 52% de los mayores de 17 años que viven allí están habilitados para votar en ese distrito, lo que significa que el 48% de sus habitantes con derecho a voto deben desplazarse a otra comuna para sufragar. En Valparaíso, esta cifra asciende a casi el 40%.
Esto nos hace pensar que la participación electoral es un instrumento que no se puede dejar al azar, y es imperioso que el Poder Legislativo cree un Registro Nacional de la Habitación, que entre otras cosas, favorecerá a que la gente quedé automáticamente inscrita en el padrón electoral del distrito donde le corresponde votar.
Por ahora sólo queda preguntarnos si en las comunas donde la diferencia entre el número de habitantes con derecho a voto y los inscritos en el padrón electoral es mayor, habrá una menor participación en las elecciones. Eso lo sabremos el 17 de noviembre
Por Antonio Díaz, Cristóbal Huneeus y Marta Lagos
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