El actual director del Servicio Electoral y ex comandante en Jefe del Ejército, Juan Emilio Cheyre, entregó a un convento de monjas al hijo de dos años de una pareja de ejecutados políticos, en un hecho ocurrido en diciembre de 1973. La revelación de esta participación del militar retirado, ha causado reacciones especialmente desde agrupaciones de Derechos Humanos y Familiares de Detenidos Desaparecidos.
“Cheyre y el pasado” es la columna de Carlos Peña en El Mercurio, donde relata el caso del niño identificado como Ernesto Lederman, que fue entregado al convento de Diaguitas, al norte de Vicuña, por el ex comandante en jefe del Ejército, Juan Emilio Cheyre, tras el fusilamiento de sus padres.
Si bien el actual director del Servel había evitado entregar alguna declaración al respecto, este martes salió a explicar su participación en el controvertido hecho que sale a la luz precisamente cuando se conmemoran 40 años del golpe militar.
En entrevista con El Mercurio, Cheyre reconoció parte de los hechos, asegurando que “en estos y todos los hechos de mi vida, jamás he ocultado mi pasado y tampoco he dejado de asumir mis responsabilidades, enfrentando incluso aquellas que estimé no habían sido enfrentadas por otros en la trágica historia de Chile”.
En un extenso relato, el ex comandante en jefe del Ejército contó que “el 8 de diciembre de 1973, con 25 años y siendo teniente, estaba destinado en La Serena como ayudante del comandante del regimiento, aunque más fundamentalmente ejercía como ayudante del intendente y desligado totalmente de la función operativa. Al regimiento llegó ese día una patrulla que traía a un niño de unos dos años. El comandante me transmite el relato de la patrulla, que es hijo del matrimonio que componían el argentino Bernardo Lejderman y la mexicana María Rosario Ávalos, quienes se han suicidado con dinamita cuando estaban siendo perseguidos por esta patrulla, cuya misión era detenerlos”.
Según Cheyre, el comandante le señaló que había tomado contacto con el arzobispo de La Serena, Francisco Fresno, ordenándole buscar un convento de monjas para que acogiera al menor mientras se buscaba contactar a las embajadas de Argentina y México, con el fin de entregar al niño a los abuelos.
“Lo limpié, y de inmediato llevé al niño -jamás ‘fue retenido en el regimiento’- al convento, previo conversar con monseñor Fresno”, añade.
“Esa fue la verdad oficial que yo conocí en La Serena y que se mantuvo, según tengo entendido, hasta el año 98, en que se inició un proceso por denuncias acogidas por los tribunales. Hasta esa fecha jamás supe de antecedente alguno que me hiciera dudar de la versión oficial que se me comunicó el 8 de diciembre de 1973, causándome un impacto que nunca olvidaré al ser informado que una madre y un padre se habían suicidado colocándose cargas al estar siendo alcanzados por una patrulla, dejando a un niño abandonado”, relató.
Consultado respecto a alguna otro caso similar, Cheyre señaló que “este caso fue único para mí. Nadie ocultó ni su nombre ni su identidad, los que transmití, así como la trágica muerte de sus padres, a monseñor Fresno. Eso llevó a que la justicia, cuando pudo actuar, aclarara los hechos en toda su crudeza”.
Respecto a lo que realmente ocurrió, el militar retirado afirmó que tras el inicio del proceso en 1998 al momento de concurrir a prestar declaraciones, recién se enteró de lo sucedido. “Este caso tuvo distintas instancias judiciales y un fallo final de la Corte Suprema. No se me imputó nunca nada, porque mi única acción fue ejecutar la orden de entregar al niño al convento, solo conociendo la versión oficial que se nos dio durante más de una década”, sentenció.
“Se me develó una verdad que había sido tergiversada por décadas por una versión oficial de la cual nunca tuve ningún antecedente para dudar de ella”, concluye.