Pese a que falleció el jueves 9 de agosto, sólo este viernes se difundió públicamente el deceso de Harry Barnes Junior, uno de los más altos funcionarios diplomáticos de EEUU durante el gobierno del presidente Ronald Reagan.
El ex embajador tenía 86 años y sucumbió ante una infección, informó su hija al New York Times.
Durante su carrera, Barnes ejerció en lugares tan distintos como embajador en Rumania o India, sin embargo su carrera quedaría para siempre asociada a su paso por la legación de Chile, en plena dictadura del general Augusto Pinochet.
Sus relaciones con el gobernante de facto siempre fueron tensas. De hecho, ya al momento de presentar sus credenciales ante Pinochet el 12 de julio de 1985, Barnes le dejó entrever que no estaba de acuerdo con su régimen. “Los males de la democracia sólo pueden ser curados con más democracia”, le espetó entonces.
Siguiendo las instrucciones de Reagan de confrontar tanto las dictaduras de izquierda como las derecha, Barnes siguió provocando a Pinochet al reunirse con dirigentes opositores e incluso asistir a velatones organizadas por grupos de derechos humanos.
“¿Desde cuándo los embajadores son árbitros de nuestros problemas internos? No somos colonias ni esclavos de nadie”, se quejó públicamente el líder militar.
El punto de quiebre llegó en julio de 1986, cuando Barnes y su esposa asistieron a la ceremonia funeraria de un joven que murió quemado durante una protesta contra la Dictadura. La pareja resultó rociada con gases lacrimógenos por Carabineros que intentaban dispersar a la multitud.
La actitud desafiante del Embajador provocó la ira de Augusto Pinochet, quien llegó al punto de prohibirle el ingreso al palacio de La Moneda y de ordenar a los fotógrafos que lo “cortaran” de las fotografías oficiales durante ceremonias protocolares.
Pero la enemistad con Pinochet, otrora amigo del gobierno norteamericano, le valió también críticas a Barnes entre sus pares. El senador republicano por Carolina del Norte, Jesse Helms, denunció que el diplomático estaba “plantando la bandera de Estados Unidos en medio de la actividad comunista”.
Sin embargo el apoyo de la Casa Blanca a las actividades de Barnes se mantuvo, al punto de que el propio Barnes financió un conteo de votos paralelos y programas de educación para los votantes, previo al plebiscito del 5 de octubre de 1988, donde venció la opción “No” a Pinochet.
Más aún, el Embajador advirtió a su gobierno sobre un posible plan de extrema derecha para realizar falsos ataques durante la noche de las elecciones, con el fin de provocar revueltas y un nuevo golpe de Estado, provocando que el Gobierno de EEUU citara al embajador de Chile para expresarle su preocupación.