¿Dónde empiezan y terminan realmente los ciclos de vida de un sistema de videojuegos? es una pregunta a plantearse ante una serie de sistemas que han alcanzado cerca de 6 años en el mercado, y que continuamente siguen lanzando material exitosamente.
Sin duda hay empresas que lloran a gritos por una nueva generación, no por limitaciones de los motores gráficos o por algo que no esté funcionando en el modelo actual. Existe una razón económica, ya que un juego de un sistema nuevo no entra a un proceso de depreciación tan rápido como el sistema actual, un modelo donde un estreno cuesta por ejemplo 35 mil pesos y tras un par de meses puede costar un tercio.
El sistema actual está sano porque equilibra la llegada de juegos físicos y un espacio más libre con los juegos descargados. Una oportunidad de relanzar juegos de generaciones anteriores como también experimentar más libremente. Me da para pensar que jamás hubiéramos visto joyas como Shadow Complex o Limbo en un disco.
Con el anuncio de WiiU, se genera el espacio para liquidar el stock de Nintendo Wii, un sistema que si bien no es el más poderoso, fue un éxito de ventas. En similar extensión se liquidan modelos de Nintendo DS con la aparición de 3DS y aún se siguen viendo modelos de PS2, a casi 11 años de su salida al mercado.
Por menos de 100 mil pesos se obtiene uno de estos sistemas y virtualmente todo su catálogo, ya sea por medios de piratería o bien porque sus juegos ya se depreciaron suficientemente para tener los más importantes. Siempre un sistema es tan fuerte como su catálogo y en esta oportunidad, estas consolas y portátiles no están listas para ser lanzadas a la basura sino que pueden ser todavía muy buenas inversiones, si por alguna razón no la compraron en su momento.
¿Por qué VITA y 3DS han debido reducir sus valores, pese a no cumplir siquiera dos años en las estanterías? La respuesta es simple: por su increíble ausencia de juegos importantes. El catálogo de ambos es anémico y tampoco se ha dado un espacio para que nuevas franquicias marquen realmente un cambio de generación. Los más vendidos al parecer son ports de consolas y en el horizonte de lanzamientos muy pocos títulos son los suficientemente llamativos para comprar un nuevo sistema.
Existe un aire de desesperación: es palpable que 3DS no ha llegado al nivel de la DS original. Ha enfrentado dos bajas de precios y un rediseño en menos de 5 años. Los desarrolladores están dejando de lado la muleta del 3D y se están concentrando en contenido distinto y llamativo, volviendo a lo que hizo (y hace aún) grande a su predecesora: de hecho los mejores juegos de DS son todos con Sprites 2D o alguna variable como 2.5 D. Es de esperar el nuevo aire que traerá su versión XL.
El caso de Vita es una lastima. Un sistema poderoso cayó en manos de una compañía que se esmera en integrar pantallas táctiles y acelerómetros en vez de sacar partido a su fuerza bruta y trasladar la experiencia de consola a las calles. Similar caso le ocurrió a PSP, cuya estrategia intento transformarla en un centro de entretenimiento y no en una gran máquina de juego. Si hubo alguna vez un sistema en la historia que fue salvado por la comunidad homebrew o de software no oficial fue esta: sin emulación o valor agregado, la consola hubiera pasado al olvido en un par de años.
Sin duda en esta época bisagra, estos sistemas de una generación anterior aún tienen bastante que ofrece,r especialmente al tener catálogos completos de juego y aún precio bastante conveniente. Los nuevos sistema aún están buscando su nicho y por ahora dar el salto aún es un poco arriesgado.
Mike Haggar
Participó en el podcast de videojuegos, cine y TV “Procesador”. Preocupado de estos tipos de entretenimiento desde el amateurismo… por ahora.