El alcalde mayor sería el responsable de toda la ciudad, de coordinar la institucionalidad urbana considerando las distintas escalas y sectores, como sucede en París, Londres, Barcelona, Nueva York y Bogotá, entre otras.
La ciudad es dinámica, está cambiando segundo a segundo. Se demuele, se lotea, se construye. La consecuencia lógica de esta situación es que los análisis de la ciudad están obsoletos rápidamente.
Si a esto se agrega la existencia de lugares con instrumentos de planificación territorial desactualizados versus áreas urbanas en constante grado de complejización (expansión, construcción, movilidad, contaminación, etc.), nos damos cuenta de la necesidad de entender la planificación como un proceso permanente bajo un escenario de cambio.
En Chile la planificación urbana se efectúa básicamente en el nivel intercomunal y comunal, lo que ha llevado a pensar la ciudad en partes, más que de manera integral. Es decir, contrario a las necesidades estratégicas que hoy se demandan.
Junto con ello, no existe una integración efectiva con instrumentos, planes o programas de escala más general, a fin de optimizar procesos y aportar soluciones, entendiendo que estamos hablando de un territorio único.
Al no tener una autoridad específica para la ciudad, especialmente las áreas metropolitanas del Gran Santiago, Concepción, Valparaíso y Viña del Mar, intervienen en su planificación diversas instituciones con atribuciones sobre distintos aspectos, sin mayor coordinación y privilegiando temáticas o proyectos sectoriales.
La figura del alcalde mayor, cuya área de responsabilidad sería toda la ciudad, es ser el encargado de entregar esta mirada de conjunto, además de una coordinación en la institucionalidad urbana que considere las distintas escalas y sectores, de la misma manera en que ha sucedido en ciudades como París, Londres, Barcelona, Nueva York y Bogotá, entre otras.
Pero materializar la creación de la figura de un “alcalde mayor”, requiere de una serie de modificaciones para que realmente sea un cambio efectivo, además de una institucionalidad que se estructure en base a un liderazgo, con capacidad técnica, política y con un alto grado de representación de la ciudadanía. Asimismo es fundamental trascender a la mirada sectorialista de los ministerios y puntual de cada territorio, con la doble dificultad de respetar las particularidades de cada uno de ellos (patrimoniales, medioambientales, históricas, etc.).
Se requiere, igualmente, contar con una autoridad con atribuciones suficientes para administrar la ciudad, así como un financiamiento adecuado, lo cual plantea el desafío de acercar la inversión a la planificación de la ciudad.
Es importante señalar que no se plantea que la creación de la figura del alcalde mayor ponga solución a la totalidad de los problemas que enfrentan nuestras ciudades, pero sí representa un paso importante hacia una gobernabilidad con capacidad de planificar y gestionar la ciudad en su conjunto (acorde a las necesidades y oportunidades de cada territorio y con el territorio en su conjunto), avanzando en temas críticos para la ciudad y coordinando a los distintos actores involucrados.
La incorporación de esta nueva figura, también permitiría la incorporación de una etapa clave en la planificación de la ciudad, como es la evaluación. Hoy vemos cómo muchos proyectos se abocan al diagnóstico, propuesta-estrategia-plan y luego entrega, pero posteriormente no existe un proceso que analice cómo se está desarrollando, si las estrategias diseñadas fueron las adecuadas y si se han logrado las metas propuestas.
Tampoco hay un sistema de indicadores que de respuesta a estas interrogantes. A través de una planificación integral, de largo plazo y bajo la responsabilidad de una autoridad clara e identificable, es factible generar mecanismos de medición a través de indicadores que permitan evaluar en el tiempo los planes diseñados, detectar cambios e implementar mejoras. Todo con la finalidad última y más importante, que es elevar la calidad de vida de los habitantes de nuestras ciudades.
Loreto Rojas Symmes es urbanista e integrante de Santiago ¿Cómo Vamos?, un programa de monioreo ciudadano a los cambios en la calidad de vida de los habitantes del Gran Santiago.