Durante casi una década, los grupos conservadores e incluso la Iglesia Católica se basaron en los estudios de un connotado psiquiatra estadounidense para defender su postura de que la homosexualidad es una opción, y que como tal, puede ser “curada”.
Ahora, el doctor Robert Spitzer, autor del estudio, no sólo echó pie atrás en sus afirmaciones, sino que incluso pidió perdón a la comunidad gay por haber hecho “afirmaciones que no estaban probadas”, consignó el portal especializado Psychology Today.
Se trata de un verdadero remezón en el campo de los derechos de las minorías sexuales. Esto porque Spitzer es reconocido como una autoridad, primero por haber liderado una campaña en 1973 que logró eliminar a la homosexualidad de la lista de desórdenes mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría; y más tarde por el estudio que en 2003 afirmó que era posible cambiar la orientación sexual de un individuo “altamente motivado”.
Es esta investigación, Spitzer realizó entrevistas telefónicas a 200 personas, 143 hombres y 57 mujeres, quienes reportaron haber tenido al menos cambios sutiles que los llevaron desde la homosexualidad a la heterosexualidad, durante un lapso de 5 años.
“La mayoría de los hombres homosexuales y lesbianas, tras recibir terapia de reorientación sexual, lograron cambiar su orientación predominantemente homosexual a predominantemente heterosexual; mientras unos pocos cayeron en argumentos de autosugestión o incluso en mentiras, asegurando haber cambiado su orientación sexual. De esta forma, queda en evidencia que es posible cambiar la orientación sexual de algunos hombres homosexuales o lesbianas tras la terapia”, indicaba el psiquiatra en su trabajo original, el que resultó tan criticado por sectores progresistas como difundido por los conservadores.
Sin embargo la semana pasada, en una carta al editor de la revista Archivos de Comportamiento Sexual, el doctor Spitzer puso en tela de juicio su propio estudio, afirmando que en realidad no hay forma de juzgar cuán creíble era el reporte de un participante sobre el cambio de su orientación sexual.
Esto, debido a que precisamente un individuo “altamente motivado” tiene fuertes razones para informar su cambio de homosexualidad a heterosexualidad, ya sea por culpa, vergüenza, adoctrinamiento e incluso sugestión. “En términos simples, no hay forma de saber si los reportes de los participantes eran válidos”, concluye Spitzer.
“Creo que le debo a la comunidad gay una disculpa debido a que mi estudio hizo afirmaciones sobre la terapia de reorientación sexual que no estaban probadas. También ofrezco disculpas a cualquier persona homosexual que haya perdido tiempo y esfuerzo en cualquier forma de terapia creyendo que yo había probado que era posible un cambio en ‘individuos altamente motivados’”, admitió el psiquiatra.
La noticia llegó de la mano de un proyecto de ley en el estado de California que busca prohibir las terapias de reorientación sexual. La normativa pretende que se prohíba absolutamente en menores y que en adultos, los terapeutas deban entregar una advertencia por escrito donde informen que no existen pruebas de su efectividad y que incluso puede ser dañina, como afirman las asociación de psicólogos en EEUU.