Minutos después del terremoto que agitó la zona centro-sur de Chile la madrugada del 27 de febrero del 2010, llegaron las sucesivas olas del tsunami, que arrasó con casas, industrias y cientos de vidas humanas.
Pero en Pencahue, en la región del Maule, la ola no vino desde la costa sino que desde la cordillera: fueron toneladas de tierra contaminada con arsénico y otros metales pesados, abandonados desde fines de los años 90 tras el cierre de las faenas de la mina de oro Las Palmas.
Fue un alud y bajo ese alud de este relave murió una familia completa: el matrimonio formado por María Angélica Chamorro y Alejandro Gálvez, y las hijas de ambos María Alejandra, de 8 años, e Isabel Angélica, de 4.
No fue ésta la primera vez que en Chile colapsan relaves mineros a causa de un terremoto. Estas construcciones, que son verdaderos colosos distribuidos a lo largo del territorio nacional, encierran un riesgo tangible.
Los relaves, al igual que las represas, constituyen megaestructuras cuya construcción se ha incrementado en las últimas décadas, y que están expuestas no sólo a los sismos, sino también a erupciones volcánicas o grandes inundaciones, y frente a las cuales no está claro que exista suficiente preparación.
Escucha aquí el reportaje preparado por Fundación Terram. Narración de Nibaldo Mosciatti.
“Impactos Ambientales del terremoto y tsunami en Chile. Réplicas Ocultas de la Catástrofe” es una coproducción de Radio Bío- Bío y Fundación Terram
Las primeras acciones luego del 27F correspondieron, lógicamente a brindar ayuda a las víctimas y restablecer los servicios básicos para comenzar a volver a la normalidad.
Luego se da inicio a la reconstrucción, proceso que no ha considerado la perspectiva ambiental, poniendo en riesgo la salud de las personas y de los ecosistemas…