Los avances tecnológicos permiten que pequeños implantes desfibriladores o bombas de insulina sean de acceso prácticamente libre, no obstante los posibles defectos en la programación de estos, provocan dudas en los pacientes más adentrados en el tema.
El Gobierno de los Estados Unidos investigó sobre la confiabilidad de los dispositivos médicos, e indicó que son “vulnerables”, pero a su vez esenciales en la mayoría de los casos.
Los conocimientos en programación de Karen Sandler, según consigna BBC Mundo, la llevaron a averiguar qué software utilizaría su implante al corazón, petición que el fabricante del dispositivo se negó a aceptar.
Si esta negación de información se suma a las capacidades de enviar información de forma inalámbrica, se torna en una situación preocupante para las personas que ya tienen incorporados los pequeños artefactos y a quienes los necesitan.
Kevin Fu, de la Universidad de Massachusetts Amherst y profesor a cargo del informe gubernamental, sostuvo que “muertes evitables” han tenido lugar, porque el código informático de estos dispositivos médicos en los hospitales o en el interior de los pacientes no fue revisado.
Es así como en algunos casos, estos aparatos fallan y suministran más medicamento del programado inicialmente, o el otros casos dejan de funcionar.
Barnaby Jack, de la firma de seguridad McAfee, explicó que en dos semanas se puede detectar una señal de una bomba de insulina y que, sin incomodidad alguna, es posible de vulnerarlas y afectar a la vida del paciente.
“Consumen poca energía y tienen un código muy reducido, así que no hay espacio para incluir encriptados o sistemas de identificación del usuario”, dijo el experto de seguridad informática.
No se ha detectado en ningún lugar del mundo casos de “hackeos” a implantes corporales, sin embargo, el autor de la investigación considera importante actuar frente a esta amenaza.