El festival de Viña del Mar nació en 1960 como un complemento a una tradicional feria que organizaban los alumnos de la Escuela de Bellas Artes en los jardines de la Quinta Vergara. Con el tiempo tomó aires propios y se transformó en el certamen musical más importante de América.
Durante años, el centro del festival fueron las competencias, tanto internacional como folclórica. Sin embargo, con la globalización de las comunicaciones y la irrupción de la televisión, la gracias del evento se fue perdiendo, y no son pocos los que consideran que el festival perdió potencia y evidentemente las competencias perdieron protagonismo dándole paso al show.
El Concejal Andrés Celis, en conversación con La Radio comentó algunos datos interesantes que son poco conocidos, pero que ayudan a entender lo que ocurre con un certamen que, si bien tiene calidad, dista mucho de lo que fue en sus mejores años desde el punto de vista de la competencia.
Para ello, Celis plantea separar las competencias, que todo lo folclórico se concentre en el vecino Festival del Huaso de Olmué y lo internacional en el Festival de Viña, o bien alternar ambas instancias.
Otro dato que entrega el Concejal es que la concesión del festival aporta la considerable cifra de 27 mil millones de pesos al municipio por 4 años, de los cuales, poco mas de mil millones se reciben en dinero, y el resto se consigna en publicidad y promoción para la ciudad jardín.
Celis fue crítico, tanto en la distribución como en los montos recibidos, donde agregó, podría destinarse mas dinero para obras sociales a la parte alta de la ciudad.
Otro dato que aporta el concejal es el ítem de premios, donde dice por ejemplo que el ATP de la ciudad jardín, aporta más dinero en premios a los primeros lugares que lo que entrega el certamen, por lo tanto ya no es un atractivo que artistas consagrados se interesen en la competencia.
La solución sería aumentar los premios de la competencia.
Celis recordó que uno de los últimos artistas que logró renombre internacional tras haber participado de la competencia fue el italiano Paolo Menguzzi, por lo tanto, a su juicio, el certamen claramente dejo de ser un trampolín de figuración mundial.