En plena crisis económica y social, la Iglesia ortodoxa griega –segundo mayor propietario inmobiliario del país– ha sido llamada a rendir cuentas sobre su riqueza, administrada desde hace décadas de forma opaca, con la complicidad de la clase política.
La jerarquía ortodoxa está en el centro de la polémica tras haber sido exonerada de un impuesto inmobiliario, adoptado urgentemente por el ejecutivo para mejorar sus ingresos, que no afecta a los “lugares de culto, monasterios y fundaciones eclesiásticas”.
Ante la lluvia de críticas, la Iglesia emitió un comunicado negando haber solicitado este favor, y en el que asegura haber pagado sus “obligaciones fiscales legales”. El importe habría sido de 2,5 millones de euros para 2010, según filtró el sitio de informaciones religiosas Amer.
“Es una suma ridícula. Es cierto que en Grecia todo el mundo se ríe del fisco, pero la Iglesia lo hace a potencia 10″, exclamó el diputado de izquierda Grigoris Psarianos, partidario de una separación entre Iglesia y Estado.
El director del servicio financiero de la Iglesia, el padre Antonis Avramiotis, admite supervisar un patrimonio “nada despreciable”.
Enumera 4.000 hectáreas de terrenos agrícolas, 113.000 hectáreas de bosques y 86.000 m2 de inmuebles urbanos. A ello hay que añadir 6 millones de acciones del Banco Nacional de Grecia.
Pero este patrimonio es “en parte inexplotable”, afirma Avramiotis, aludiendo a la “descentralización” de la institución religiosa y su compleja organización, lo que impide cualquier evaluación global, que debería incluir también a las propiedades de parroquias y de centenares de monasterios.
En virtud de un acuerdo que data de la postguerra, el clero griego es asalariado del Estado. “En 2011, ello le costará a los contribuyentes unos 210 millones de euros”, se indigna el diputado Psarianos.
Según el ministerio de Educación y Culto, el personal religioso — 8.500 sacerdotes y 82 dignatarios — está sometido a las mismas medidas de austeridad que los demás funcionarios, incluida la norma de un sólo reemplazo por cada diez bajas.
Una indiscreción del diario Kathimérini reveló que la Iglesia habría obtenido en 2008 un beneficio de siete millones de euros, a partir de unos ingresos de 20 millones. Las estimaciones sobre el valor de su fortuna oscilan entre 700 millones y más de 1.000 millones de euros.
Las autoridades públicas prefieren no revelar esas sumas, en un país que cuenta en su población con más del 90% de ortodoxos, donde la escuela tiene por misión “cultivar la conciencia religiosa”, y donde el clero suele ser cercano a la clase política.
Así, la derecha abolió, tras su victoria electoral de 2004, el impuesto sobre los ingresos por alquiler de la Iglesia, en vigor desde hace lustros. Luego ese impuesto fue restablecido en 2010, debido a la crisis, a una tasa del 20%.
Con la actual situación, la Iglesia tendría dificultades, según el padre Avramiotis, para asegurar su buen funcionamiento y la supervivencia de 750 hospicios y fundaciones que considera irremplazables ante las deficiencias de la cobertura social pública.
Sin embargo, la “ausencia de control público y de transparencia de parte del clero alimentan la desconfianza”, reconoce Ioannis Petrou, profesor de la Universidad de teología de Salónica.
Entretanto, se prepara una campaña titulada “Hagan pagar impuestos a la Iglesia”, con una manifestación prevista la próxima semana en Atenas y Salónica.