Los líderes de la UE se reúnen este jueves en Bruselas bajo la creciente presión de Estados Unidos y del FMI para que pasen de una vez por todas a la acción frente a la crisis griega, que amenaza con arrastrar a la Eurozona con consecuencias a escala mundial.
Grecia se encuentra al borde de la bancarrota, pero los dirigentes europeos decidieron no desbloquear ninguna ayuda hasta que adopte un plan de austeridad, tan impopular que este jueves los sindicatos griegos convocaron una huelga general para los días previstos de su voto en el Parlamento, el 28 y 29 de junio.
El retraso de la ayuda y las divisiones sobre cómo poner a salvo a Grecia y por ende a la Eurozona en el seno de la Unión Europea (UE) inquietan desde hace tiempo a los mercados, pero Estados Unidos también empezó a decir alto y claro que es hora de tomar una decisión.
“Si no se logra resolver la situación”, la crisis griega podría “amenazar” el sistema financiero europeo y mundial, previno el miércoles el jefe de la Reserva Federal estadounidense, Ben Bernanke, sumándose a una advertencia lanzada esta semana por el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Pese a la presión, no se esperan grandes avances en la cumbre de dos días de la UE, ya que el bloque decidió el lunes aguardar hasta el 3 de julio para volverse a reunir y decidir si desbloquea una ayuda inmediata para Atenas, en función del resultado del voto del plan de austeridad.
La cita se iniciará a las 17H30 GMT, pero antes la canciller alemana, Angela Merkel, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y el primer ministro griego, Giorgos Papandreou, se reunirán con el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, y otros responsables para abordar la crisis, indicaron a la AFP fuentes diplomáticas.
Papandreou llega a Bruselas algo reforzado por el voto de confianza obtenido esta semana en el Parlamento y la adopción por parte de su consejo de ministros de las modalidades del plan de ahorro.
El proyecto de ley presupuestaria 2012-2015 prevé aumentar los impuestos, reducir el gasto público y una ola de privatizaciones, toda una serie de medidas rechazadas en masa por la opinión pública y la oposición.
Al tiempo que el ministro de Finanzas, Evangelos Venizelos, tenía previsto reunirse con una delegación de la ‘troika’ — el BCE, la Comisión Europea y el FMI — para someterles el plan exigido, los sindicatos convocaron una huelga general para los días de su votación parlamentaria, denunciando el acuerdo con “los acreedores usureros”.
La Eurozona y el FMI aprobaron el año pasado, a cambio de un primer plan de ajustes, un rescate de 110.000 millones de euros para Grecia, que pese a los esfuerzos, no ha logrado levantar cabeza. Su deuda se eleva ya al 150% del PIB.
En su reunión del 3 de julio, los europeos prevén aprobar el desembolso de la próxima partida de 12.000 millones de euros previstos en ese plan, además de empezar a preparar un segundo rescate con la participación voluntaria del sector privado. Siempre y cuando haya plan de austeridad.
Pero Europa se encuentra entre la espada y la pared: sin un apoyo internacional en las próximas semanas, Grecia no podrá evitar la bancarrota inmediata, arrastrando a otros países frágiles de la zona euro y poniendo en peligro la estabilidad financiera mundial.
Algunos expertos comparan los efectos de una eventual suspensión de pagos griega a la quiebra del banco estadounidense Lehman Brothers en 2008, que desató la peor crisis financiera en el planeta desde la Segunda Guerra Mundial.
En ese contexto, el euro retrocedía el jueves fuertemente frente al billete verde, situándose en 1,4254 dólares, respecto a 1,4349 dólares el miércoles a las 21:00 GMT.