El hallazgo de un gran polvorín, un tiroteo en Francia y el desmantelamiento de un comando muestran que ETA sigue activa a pesar de estar en tregua, lo que ha llevado a los independentistas vascos a distanciarse aún más del grupo armado para poder entrar en política.
La Guardia Civil se incautó el martes en Legorreta (País Vasco) de más de 850 kilos de material para fabricar explosivos, la mayor cantidad interceptada en España desde 1999, tras detener a dos presuntos etarras tres días después que otros dos tirotearon en Francia a la policía.
Esta operación, así como el desmantelamiento de un comando y la detención del presunto jefe militar en Francia en marzo demuestran que “el hecho terrorista no ha desaparecido” a pesar de la tregua “permanente y de carácter general” anunciada por ETA el 10 de enero, afirmó Florencio Domínguez, redactor jefe de la agencia especializada Vasco Press.
“La tregua no significa un paso para el abandono de las armas, eso no se lo ha planteado ETA”; “no hacen atentados y en este caso no envían cartas de extorsión, pero el resto de la actividad terrorista sigue”, según Domínguez, que sostiene que dentro de ETA “no hay diferencias de peso para pensar en una escisión”.
No piensa lo mismo el experto Gorka Landaburu, que cree que dentro de ETA hay un “25% de la gente que no está de acuerdo con un alto el fuego definitivo”, por lo que no excluye una escisión de un “grupúsculo” que como ocurrió en el pasado, “desaparecería a corto plazo”.
Más allá de una ruptura, no se descarta que ETA rompa la tregua y vuelva a las armas si el movimiento independentista radical vasco no consigue participar en las elecciones vascas de mayo, según José Luis Orella, director del departamento de Historia de la Universidad CEU San Pablo.
“Si ETA no tiene una traducción política, tendrá una presencia terrorista, por eso necesita tener una infraestructura”, explica.
El movimiento independentista vasco radical articulado en torno a Batasuna, ilegal desde 2003 por no condenar a ETA, intenta por varios medios que la justicia española le permita participar en esas elecciones para estar en las instituciones y no desaparecer.
Ello le llevó a rechazar la violencia de ETA por primera vez al presentar su nuevo partido, Sortu, en febrero, y a difundir varios comunicados –algo bastante novedoso– en los últimos días para condenar el tiroteo de Francia, en un intento de alejarse del grupo armado necesario para ser admitido por la justicia española.
Los últimos movimientos etarras “ponen en una situación comprometida a Batasuna en un momento clave para su legalización y su comparecencia en las elecciones”, por eso “la ‘izquierda abertzale’ tenía que marcar esa distancia con ETA”, relee Domínguez.
Y si ETA rompiera la tregua, Batasuna “puede” incluso “romper rápidamente” con ella, según Landaburu.
Sortu fue prohibido por el Tribunal Supremo español y aunque ha recurrido, probablemente no llegará a tiempo a las elecciones si cambia la decisión.
Tras este revés, Batasuna ha creado la coalición Bildu, bajo la cual presentará a candidatos junto a dos formaciones independentistas legales, Eusko Alkartasuna y Alternativa.
Pero el gobierno español cree que ETA “no ha dejado definitivamente la violencia”, por lo que “la política antiterrorista del gobierno no ha cambiado”, en palabras del ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba.
El ejecutivo advirtió además que mirará con “dos lupas” a los candidatos de Bildu y que actuará si ve vínculos con ETA.
“Quienes quieren participar en la democracia deben saber que (…) hay que ser contundentes en el rechazo a la violencia”, llamó el lunes el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero.